Anjel Ordoñez
Periodista
JOPUNTUA

Gran Vaca Cósmica

La mitología nórdica condensa en el mito de la creación uno de sus capítulos más poéticos. El Génesis vikingo nos habla de que, en el principio, todo era hielo. Solo hielo. Permanente, inquebrantable. En esa noche de los tiempos, el universo se limitaba a un frío extremo y eterno, cuyo final comienza con la aparición de Audumla, una fértil vaca gigante de la cual brotaban cuatro manantiales de leche. La Gran Vaca Cósmica. De sus ubres, se alimentó el primer ser vivo, el gigante Ymir, y de éste, de sus sudores fríos, nacieron la primera mujer y el primer hombre.

Los paisajes nevados, los ríos congelados y las ciudades blancas son intensa fuente de inspiración para los aficionados a las postales navideñas. Pero esa cara amable del invierno, que sin duda ha ilusionado a pequeños y mayores en estos tiempos de necesidad, conlleva una cruz que en el comienzo de 2021 ha costado la vida a dos personas en Euskal Herria. La noche de Reyes moría de frío en Hendaia, y pocos días antes, en Nochebuena, a otra persona sin hogar se le escapaba la vida mientras dormía en el banco de un parque. Estas dos almas caminaban por el borde de ese trágico abismo que propicia la miseria y que en este caso ha afilado mortalmente la climatología. Un abismo al que se asoman cada día más familias ateridas por las bajas temperaturas, sí, pero sobre todo por la falta de recursos que les impide enceder la calefacción ni siquiera una hora al día. Este frío y el comportamiento del mercado mayorista de la electricidad me traen a la memoria la escena dickensiana que protagonizan Scrooge, Cratchit y el trozo de carbón. Porque hace falta ser cruel y mezquino, miserable y perverso, para permitir que los precios de la luz alcancen sus valores más elevados en lo más crudo del invierno.

Pero el invierno no tiene la culpa, la tienen Sánchez Galán, Bogas Gálvez, Reynés Massanet y quienes, desde el poder y la decisión, toleran, si no celebran, que los hogares se hielen por dentro. Entre todos tienen secuestrada a la Gran Vaca Cósmica, y la están exprimiendo noche y día para hacer rebosar sus enormes cántaros. Hará falta algo más que la furia de Odín.