Aritz INTXUSTA
ESTRATEGIAS DE CONTENCIÓN

La vía navarra da mejor resultado y calidad de vida que la de la CAV

Este fin de semana, los navarros podrán hacer turismo y actividades al aire libre dentro de la propia comunidad, pues no existen cierres por municipios. A pesar de que las terrazas de los bares están abiertas, es el único territorio donde la incidencia es menor que cuando se iniciaron las restricciones.

La CAV y Nafarroa respondieron a la ola que llegó después de navidades de distinta forma. Los navarros fueron más conservadores, recuperando el modelo que sirvió para encauzar la situación en octubre y que pasa por la prohibición de los encuentros en espacios cerrados. La CAV estuvo dubitativa, solicitando un alargamiento del toque de queda que no llegó a conceder el Ministerio y optando otra vez por confinar municipalmente para ir después pueblo a pueblo.

No hace falta ser demasiado perspicaz para darse cuenta de que tras las distintas estrategias lo que se escondía era qué hacer con la hostelería. Nafarroa asumió que había que cerrarla mientras que la CAV prefirió que los bares permanecieran abiertos allá donde se pudiera, estableciendo el límite insoportable en una incidencia superior a 500 a 14 días. A partir de ahí, el municipio entra en zona roja y la hostelería debe cerrar.

La receta navarra, que arrancó el 23 de enero, no fue exactamente igual que la que se aplicó el 20 de octubre, cuando se logró que la incidencia bajara a una velocidad intrasemanal del 40% con un cierre de la hostelería del que solo se salvó el servicio a domicilio. En esta ocasión se prohibió el acceso al interior, pero se permitió el uso de terrazas. Y así sigue a día de hoy, con terrazas abiertas allí donde se puede. En lo que sí que fue inflexible el Gobierno es en la persecución de los encuentros en viviendas. No se trata de que haya un mínimo de personas por reunión, sino que no se pueden mezclar unidades de convivencia en sitios privados.

Las dos formas de actuar parecen funcionar en el sentido de que las incidencias se están controlando y la ola remite. No obstante, una vía está mostrándose más acertada que la otra tanto a la hora de contener la epidemia como a la hora de que la ciudadanía pueda disfrutar de su ocio.

La opción de no actuar desde el primer minuto por parte de la CAV conllevó que los principales ayuntamientos de la CAV fueran entrando en la zona roja. Primero los bares de Bilbo, luego los de Gasteiz y, por último, los de Donostia fueron bajando la persiana. Lo mismo sucedió con los municipios más poblados que entraron en zona roja y siguieron subiendo y subiendo hasta que, por fin, el cierre de la hostelería hizo su efecto. Ha sido después de que la mayoría de la población de la CAV acabara con restricciones de zona roja cuando empezaron a verse señales de mejoría.

De cara a este fin de semana, las posibilidades de disfrutar del ocio que existen en Nafarroa son más amplias. Al no existir confinamiento municipal, los navarros pueden desplazarse por el territorio y practicar así actividades al aire libre que no revisten demasiado riesgo, como practicar senderismo, coger la bici, salir a visitar monumentos o –aún más importante– reunirse con familiares que viven en otras localidades, siempre que el encuentro sea al aire libre y no exceda de 6 personas.

Asimismo, el mantenimiento de terrazas sin aforos pero con reglas muy estrictas en cuanto a separaciones permite cierta actividad hostelera. Y esto es un alivio tanto en lo económico (sobre todo para pequeños establecimientos de localidades turísticas) como desde el punto de vista del ocio puro.

En resumen, lo que en un primer momento resultó una acción más decidida, ha devenido apenas dos semanas después en un nivel de restricción más liviano y –por lo tanto– soportable que en el resto de herrialdes. Esta diferencia no es poca cosa, pues se desconoce hasta cuándo se hará necesario mantener unas restricciones que tanto pesan a nivel síquico.

La situación es, por tanto, similar a la que había antes de navidades, cuando la CAV acabó conjugando cierres perimetrales y de hostelería y a Nafarroa le bastó con cerrar la hostelería.

En lo estrictamente epidémico, la evolución navarra ha sido mejor. Es el único territorio donde ha descendido levemente la incidencia con respecto a del 23 de enero, cuando entraron en vigor de las restricciones. En los otros tres territorios la incidencia está más de cien casos por encima que aquel día, si bien el pico podría haberse superado.

La opción de cerrar el interior de los bares desde el primer momento ha tenido implicaciones políticas en Nafarroa. Navarra Suma lleva tiempo manipulando a los hosteleros y negando que los cierres sean pertinentes. Es manipulación y no apoyo al sector, puesto que el enfoque es negar la mayor y no buscar otras soluciones, como pelear por un sistema de compensaciones más justo. En lugar de ayudar, el alcalde de Iruñea sigue pidiendo informes científicos que vinculen estos cierres con la bajada de la incidencia.

Por fortuna, EH Bildu sí tiene dos dedos de frente. Si sus parlamentarios (necesarios para la mayoría) no hubiesen centrado su objetivo en salvar vidas, la situación navarra sería otra.

Para entender la epidemia no basta con conocer al virus. Las comparativas entre modelos de gestión son necesarias. Es más fácil creer que Lakua lo está haciendo todo perfectamente, si se desconoce que Nafarroa funciona –en este momento concreto – con mayor acierto. Y es más fácil que Na+ venda que los bares deberían estar abiertos, si en Nafarroa se desconoce que Lakua intentó mantenerlos así y los ha tenido que cerrar pueblo por pueblo.