Raimundo Fitero
DE REOJO

Contraplano

Las dudas más que razonables, son razonadas, ¿qué celebraban ayer unos cuantos individuos de la clase política en unas dependencias del Congreso de los Diputados alrededor del cuñado de Urdangarin? Una toma militar durante unas larguísimas horas de esas dependencias hace cuarenta años por una banda de picoletos a las órdenes de varios superiores militares y civiles, ¿cómo se debe recordar? Han tenido sus planos medio y panorámicos, pero en la realidad, también ha existido el contraplano, ya que nada menos que ocho partidos de los que tienen representación parlamentaria no han acudido a lo que en castizo se llama un paripé.

Los discursos ortopédicos sirven para la autosatisfacción, no se aporta ni un átomo de reflexión y mucho menos de crítica. Con decir que el suegro de Urdangarin se vistió de militar y paró el golpe, tienen suficiente. Lo que pasó después de verdad, no interesa. Pero mirando hacia atrás con más perspectiva se ve claro que existían movimientos de sables, intereses de grupos económicos ligados al franquismo y que con estas imágenes esperpénticas de tricornio tiroteando a las autoridades electas, se provocó un frenazo absoluto en cuanto a los tímidos intentos de conseguir libertades más amplias en casi todos los frentes, que tuvieron en todo lo referente al diseño autonómico su advertencia golpista para que nadie se moviera demasiado.

Tras cuarenta años de propaganda vendiendo una democracia escrita en papel mojado, observar la situación política actual debería ser la auténtica reflexión necesaria y obligatoria. ¿Es radical señalar que hay ciertas libertades conseguidas en el ámbito de los derechos sociales que pueden revertirse por las mayorías ultras que acechan y que se han perdido muchos de los avances socio laborales y políticos? Por ejemplo.