Daniel GALVALIZI
MADRID

Felipe de Borbón reivindica al emérito al recordar el 23F en el Congreso

El jefe del Estado destacó el rol de su padre, huido a Emiratos Árabes, en aquella jornada de intento de golpe y dijo que la Corona tiene «inequívoca voluntad de cohesionar a los españoles». Por su parte, la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, envió en su discurso mensajes a Podemos y a los independentistas. Las fuerzas soberanistas no participaron del acto.

Sin sorpresas. Defensa del régimen, lectura acrítica de los acontecimientos y reivindicación del rol de Juan Carlos de Borbón. Así fue el discurso de su hijo, Felipe, en el acto institucional por el 40 aniversario del intento de golpe de Estado el 23 de febrero de 1981.

El rey español llegó al mediodía a la madrileña plaza de las Cortes, bajó del coche solo, sin la reina, y fue recibido por aplausos y vítores de unas decenas de personas que lo esperaban tras las vallas. «¡Viva el rey, viva España!», gritaron más de una vez.

Felipe de Borbón los saludó, posó para la foto junto a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet; el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la presidenta del Senado, Pilar Llop, y después se desplazó unos metros a su izquierda para saludar a otras personas que lanzaban gritos a favor. Ante la gran puerta principal del palacio se giró y volvió a saludar a los pocos que lo seguían aplaudiendo. En la recepción previa los discursos (primero, de Batet y luego, del rey), el protocolo hizo pasar primero a los vicepresidentes, a las autoridades del Congreso y luego a los portavoces. Allí se hizo palpable la ausencia del día: solo representantes de fuerzas españolistas participaron del acto. Esquerra Republicana, PNV, EH Bildu, JxCat, PdeCAT, CUP y BNG declinaron la invitación.

En tiempos de pandemia, el protocolo también se ve afectado. Todos llevaban mascarillas y no hubo apretones de manos. La inmensa mayoría de los legisladores o ministros que desfilaron frente al rey español colocaron su mano derecha en el pecho, como señal de saludo.

Destacó allí el portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, quien tuvo un lenguaje corporal casi militar, muy distinto al de sus colegas: caminó rígido, miró fijo al rey, pronunció algo inentendible y agachó la cabeza, para luego irse con los brazos firmes pegados al cuerpo. Una extrañeza más de la ultraderecha. Durante su discurso, Felipe de Borbón elogió el rol de su padre, hoy huido de España y residiendo en los Emiratos Árabes tras meses de escándalos por manejos poco claros de su riqueza personal, y quiso destacar el «compromiso y responsabilidad» que tuvo el monarca emérito «con la Constitución». En ese sentido, aseguró que el famoso «mensaje televisado (de Juan Carlos de Borbón aquella noche) ya forma parte de la memoria colectiva» y enfatizó que «su firmeza y autoridad fueron determinantes para la consolidación de la democracia».

También recordó que él, siendo menor, «aquella noche» aprendió «el incalculable valor que tiene la voluntad de libertad del pueblo español».

Varios párrafos del breve discurso fueron una apología a la ley y el orden establecidos. «El respeto al Estado social y democrático de derecho que hemos construido hombro a hombro es condición previa y necesaria para la convivencia», señaló.

Permanencia del Estado

Según el rey, la Constitución española «significa el reencuentro y el entendimiento» en un país en el que «caben todos su ciudadanos». Se calificó a sí mismo como «símbolo de la permanencia del Estado» y aseguró que la Corona «tiene inequívoca voluntad de ser una institución que integre y cohesione a todos los españoles».

Sin otra alusión a la plurinacionalidad del Estado ni a las tensiones democráticas, Felipe de Borbón acabó su intervención con su tradicional uso folclórico de las lenguas cooficiales y diciendo «muchas gracias» en euskera, catalán y galego.

Previamente, Batet tuvo un discurso afín al tono del PSOE: «La cohesión de la comunidad política está por encima de sus identidades plurales. El proyecto de futuro de España está en mantenimiento y constante renovación de nuestro pacto de convivencia»

Pareció enviar sendos mensajes a sus socios de Podemos, que cuestionan la calidad de la democracia española, y a los independentistas: «En nuestra democracia todo es discutible y toda reforma puede plantearse, pero ante ataques y amenazas que pretendan romper con el sistema no hay más respuesta que la activación de las facultades constitucionales para garantizar el respeto del pacto fundamental vigente. Somos un país moderno y plenamente democrático, pero no hay democracia sin instituciones».

El acto, con la sobriedad que exige la pandemia, culminó en el imponente Salón de los Pasos Perdidos del Congreso. Tras el discurso del rey, solamente dos de los presentes no aplaudieron: el vicepresidente Pablo Iglesias y una de las secretarias de la Mesa del Congreso, la también integrante de UP, Gloria Elizo.

El soberanismo defiende la ruptura democrática

Desde el mismo Congreso español donde se rindió «homenaje» al «Régimen del 78», y tras calificar de «operación de Estado» los acontecimientos ocurridos hace 40 años, EH Bildu, ERC, JxCat, PdeCat, CUP y BNG destacaron que «en estos días vemos en las calles el descontento social, la protesta y el hartazgo frente a las taras democráticas que el Estado español lleva décadas arrastrando», lo que les hacer reafirmarse en «la idea de que una democratización real solo será posible desde la ruptura con la herencia y los privilegios, bases y valores que representa el Régimen del 78». Representantes de las formaciones independentistas, soberanistas y republicanas explicaron que comparten «el objetivo de ruptura democrática» porque este régimen «supone la negación nacional y social de los derechos y libertades de nuestras sociedades y nuestros pueblos». En otras palabras, es «el candado que impide que la ciudadanía catalana, vasca, gallega, así como las clases populares de este Estado» avancen hacia «un escenario democrático basado en la libertad nacional y la justicia social».GARA