Iñaki IRIONDO
CRISIS DEL CORONAVIRUS

La mayoría absoluta oscurece la verdad sobre las vacunas vips jeltzales

La acusación de haber ocultado datos al Parlamento sobre las vacunas vips ha llevado a que el pleno debata la reprobación de la consejera de Salud. La mayoría absoluta lo impedirá, igual que la investigación.

El 20 de enero trascendió a los medios que los directores-gerentes de los hospitales de Basurto y Santa Marina, Eduardo Maiz y José Luis Sabas, respectivamente, se habían vacunado de forma irregular. La consejera de Salud, Gotzone Sagardui, tenía esa tarde una comparecencia en el Parlamento. Todo lo que dijo fue que los protocolos eran claros y que «conocidas informaciones relativas a posibles incumplimientos de estos protocolos, ayer mismo se inició una investigación interna y hemos de concluir que, a fecha de hoy, tenemos encima de la mesa una renuncia y cese». Ni nombró a compañeros de partido tan cercanos. Luego se supo que Sabas aceptó dimitir. Maiz, no.

Una semana mas tarde la consejera llevó a la Cámara una justificación más elaborada. En el caso del Hospital de Santa Marina, aceptó la existencia de un descontrol que se aprovechó para vacunar a todo el personal. Además de al gerente cesado, se vacunó también «al resto del personal directivo», así como a «cuatro representantes de sindicatos que se encontraban allí, en una reunión», «a cuatro personas externas pertenecientes a Servicios Religiosos», a otras cuatro pertenecientes a la empresa que explota la cafetería, a dos de la empresa de vending y a otras dos de una empresa de mensajería paquetería. Según aseguró Sagardui, ni ella ni la directora de Osakidetza estaban al corriente de ello.

En cuanto a lo ocurrido en Basurto, la consejera relató que el 31 de diciembre llegaron dos viales, con diez dosis, que por distintas razones no se habían usado en las residencias. Se decidió distribuirlas entre ancianos que estuvieran ingresados, pero el 3 de enero solo se habían encontrado seis. Sobraban cuatro y «se decide ofrecer la vacuna a varios responsables de servicios que más contacto tienen con personas infectadas en su trabajo». Entre ellos, el director gerente. Estas vacunas no se registraron. Al director se le pidió que asumiera sus responsabilidades, no lo hizo y se le cesó.

El peligro de los whatsapp y las grabaciones de vídeo. Al día siguiente de esa comparencia de la consejera en el Parlamento, el grupo Vocento publicó el intercambio de mensajes de whatsapp del gerente de Santa Marina, Jose Luis Sabas, con la consejera de Salud y con la directora general de Osakidetza, Rosa Pérez. Importante es lo que allí se puede leer, tanto como lo que Gotzone Sagardui no quiso que la comisión parlamentaria conociera.

El viernes 15 de enero, Sabas informó a Sagardui de sus planes para el martes 19, afirmando que «el punto fuerte era que se va a hacer a la totalidad del personal en una jornada», algo que contraviene los reglamentos. Pero cuando la consejera leyó al Parlamento sus mensajes, omitió este punto. Se puede comprobar en la grabación en video de su comparencia, donde resulta ilustrativo seguir su intervención con la conversación de whatsapp delante. Pese a todo, la consejera insistió en que «ni supimos ni consentimos» lo ocurrido.

El gerente de Santa Marina también intercambió la noche del 19 whatsapp con la directora general de Osakidetza, Rosa Pérez. A las 21.52 horas, entra en su móvil un mensaje de Sabas en el que se le comunica que «hemos vacunado a 550 profesionales, la totalidad de la plantilla». La respuesta fue «¿cuántos se han negado?» y, acto seguido, «¿el equipo directivo está vacunado?». Sabas le explica que sí, a lo que Rosa Pérez responde con un «hasta mañana». Cuando el gerente le pregunta «¿te parece bien?», la directora de Osakidetza expone «una duda. ¿El número de vacunas lo solicitasteis vosotros o os vinieron dadas?». Ante las nuevas explicaciones de Sabas, se despide de nuevo con un «vale. Hasta mañana».

Es evidente de que el director gerente de Santa Marina cree estar actuando de la forma acordada y que hasta el día siguiente cuando los hechos trascienden, ni la consejera de Salud ni la directora de Osakidetza dan muestras de que haya ocurrido nada irregular. Tan claro es eso como que Gotzone Sagardui era consciente de que no podía leer toda la conversación ante el Parlamento.

En posteriores comparecencias la consejera de Salud se convirtió en un frontón contra el que se estrellaron sin respuesta las preguntas incómodas de la oposición. Por ejemplo, por qué la integrante del LABI y jefa de la unidad de prevención en Basurto, Ana Collazo, se vacunó el primer día, el 15 de enero, mientras que los trabajadores de urgencias no lo hicieron hasta el 21. ¿Qué pasó en Tolosaldea, donde dos directivas que según Sagardui se vacunaron legalmente por no desechar unas dosis acabaron dimitiendo?

Una y otra vez, la consejera ha eludido dar explicaciones sobre estos puntos a la oposición. ¿Por qué?. Lo dijo Luis Javier Telleria: «Quería recordar, simplemente, que entre los parlamentarios que tiene el PNV y los que tienen el PSE, que está en esto también de acuerdo con la versión que ha dado el Departamento de Salud, y estamos de acuerdo en cómo lo están haciendo, sumamos una mayoría absoluta de este Parlamento».

Y esa mayoría absoluta estuvo semanas retrasando la tramitación de que Sabas, Maiz, Collazo y otros implicados pudieran dar su versión al Parlamento y, finalmente, el miércoles vetó todas ellas en grupo. Da la impresión de que no quieren que se sepa la verdad, y eso activó la exigencia de reprobación que EH Bildu había registrado cuando comprobó que Sagardui había ocultado datos a la Cámara.