Irati Jimenez
Escritora
JOPUNTUA

Felicidad

Hay pocas costumbres más extendidas entre los escritores que renegar de toda literatura que no les guste sin preguntarse a quién le importa, cómo desprecian algo que afirman no leer jamás y por qué pierden tanto los nervios cuando se acercan a los libros de autoayuda, en lugar de pensar que los buenos libros son siempre de autoayuda y que entre los libros de autoayuda algunos deben ser buenos. No sé qué les pasa para no desearles suerte a quienes busquen herramientas para su bienestar físico, psicológico o mental, pero hay libros en esa sección que les ayudarían a averiguarlo y a los que me temo que se oponen por temor a verse en ellos.

Es una lástima porque no hay empeño humano que desatendamos tan a menudo como el de ser felices y creo que no lo somos más porque no estudiamos cómo. Es imposible saber qué conseguiría la humanidad si se concentrara en ello, pero es improbable que la respuesta fuera «nada» y en este asunto cualquier avance tendría ventajas evidentes. Incorporar los estudios sobre la felicidad a nuestro libro de la sabiduría no puede parecernos más descabellado que dedicar siglos de desvelos al problema epistemológico y es cuando menos llamativo que en el estudio de nosotros mismos, nos hayamos dado aprobado general sin presentarnos al examen, argumentado que no hemos estudiado, el tema no nos interesa y las preguntas son difíciles.

Nos falta erudición sobre la felicidad. Desconocemos nuestro propio material humano. Inventándonos que somos seres racionales, hemos evitado comprender cómo funciona la membrana emocional en la que habitamos con la excusa de que la sabiduría no alcanza para desvelar ese misterio incognoscible que llamamos «gente» y debe conformarse con cuestiones sencillas como averiguar cómo se creó el universo. Todo menos atender a ese ser que cada uno llama «yo», en el que vivimos como extranjeros de un piso que nos pertenece, pero del que no sabemos si tenemos llave y casi mejor porque así ni vamos, no vaya ser que nos dé por echar un vistazo y nos encontremos allí con nuestras cosas.