Natxo MATXIN
Elkarrizketa
OLEGUER PRESAS
EXFUTBOLISTA

«En el fútbol se prioriza buscar a los mejores y ello genera traumas»

Jugó al fútbol al más alto nivel, pero de esa experiencia Oleguer Presas también sacó conclusiones poco constructivas, de ahí que ahora esté centrado en trabajar con los más jóvenes para trasladarles los valores más educativos de este deporte.

El fútbol no es solo superligas, contratos televisivos multimillonarios y sueldos desorbitados. Por encima de todo eso, se trata de un juego, una cualidad primigenia que en el Proyecto Caserna tratan de recuperar, junto a otros valores como el respeto, la limpieza en el deporte y la solidaridad. Surgida de la iniciativa de colectivos vecinales de Sabadell que comenzaron utilizando el espacio del antiguo cuartel de la Guardia Civil y autogestionada por las familias de niñas y niños de entre 6 y 14 años que participan en ella, esta novedosa idea está siendo impulsada por gentes relacionadas con el mundo del fútbol, algunas tan conocidas como Oleguer Presas, exjugador del Barcelona –ganó como azulgrana una Champions y dos Ligas– y Ajax.

¿De qué manera se involucró en este proyecto?

Cuando dejé el fútbol, quise alejarme de todo lo que suponía la rutina de viajes, concentraciones, atención a la prensa y refugiarme en mi círculo más próximo. Posteriormente, me di cuenta que lo que echaba en falta era el juego en sí, no lo que le rodeaba. Como mi intención era entrenar a chavales, inicié un curso de entrenador, pero ahí fui consciente de que todo está enfocado al rendimiento, algo que no me gusta. Como soy de Sabadell, pues empecé a tomar contacto con el proyecto de Caserna y hablamos sobre la idea de darle forma, incorporando más valores.

Habla de que el resultado es lo que manda…

Así es, durante el curso de entrenador, el resto de compañeros se imaginaban en un futuro siendo técnicos de equipos de alto nivel. Y, para conseguirlo, sus entrenamientos estaban enfocados con el objetivo de que sus conjuntos ganasen y ellos progresar en su carrera personal. Se trata de una dinámica muy perversa, que choca directamente con la visión que tengo de que, en realidad, estamos enseñando a jugar a los más jóvenes, que se lo pasen bien, intentando gestionar los conflictos, lo mismo que sus emociones, aspectos que, a esas edades, consideramos son fundamentales para su crecimiento personal.

¿Cree que se deja a un lado a la persona y solo se alimenta al futbolista?

Por descontado, todo está vinculado al rendimiento, se prioriza la tarea de buscar a los mejores y, si no me sirves, pues te echo, con todos los traumas posteriores que ello genera en personas cuya autoestima todavía no está formada. No quería contribuir a esa forma de entender el fútbol, chocaba con esa visión, de ahí que me planteara hacer algo diferente.

¿Y qué ofrece distinto el proyecto Caserna?

Lo primero que quiero enfatizar es que se trata de una iniciativa colectiva en la que, aparte de los acompañantes, las familias tienen un rol muy importante en la gestión y coordinación de los entrenamientos. Tratamos de inculcar valores como la autonomía, la responsabilidad o la gestión de las emociones, además de que se respeta la capacitación y el ritmo de cada participante en el juego. Buscamos, por ejemplo, anular la desigualdad de género, desde una óptica muy estimulante y positiva, centrándonos en lo que hacemos bien, progresando y aprendiendo, y no enfatizando los errores, algo que no nos aporta nada. Jugamos sin árbitros y todos somos responsables de que el juego fluya, discutiendo lo mínimo y buscando soluciones rápidas ante controversias como las faltas o fueras de banda.

Y, de momento, tampoco compiten contra otros equipos.

En realidad, fue una decisión de las familias y, como formadores, la aceptamos. No estamos en contra de competir porque, en cada sesión, disputamos un partido, algo que vemos conveniente, ya que es entonces cuando surgen los conflictos y, a partir de ahí, trabajamos con ellos para aprender a resolverlos. Sí que es verdad que el no competir con otros equipos nos ha permitido disponer de una dosis mayor de tranquilidad.

Se denominan acompañantes y no entrenadores, ¿por qué?

Porque aunque este proceso lo hacemos desde una mirada muy activa, los acompañantes intentamos no tomar partido, estamos ahí para guiar las discusiones y que se respeten las normas, pues no es divertido jugar con una persona que todo el tiempo está haciendo trampas o siempre inmersa en conflictos. Al contrario, si se prioriza que todo vale para ganar, es cuando aparecen los verdaderos problemas.

¿Y a qué cree que es debido ese afán por priorizar el ganar frente al aprender?

Ya hemos citado el hecho de que muchos entrenadores, no todos, se centran en potenciar su propia carrera profesional y, para ello, necesitan victorias, pero es que también las familias tienen su cuota de responsabilidad. ¿Qué es lo primero que les preguntan después de un partido? ¿Habéis ganado? ¿Has metido muchos goles? En lugar de ¿te lo has pasado bien? ¿has aprendido algo o ayudado a alguien? Son muchas las circunstancias que llevan a que el enfoque del rendimiento sea lo primordial, lo que, a mi juicio, y especialmente a estas edades, es perjudicial para el desarrollo integral de las niñas y niños.

¿Existen otros proyectos que contribuyan a hacer variar esta tendencia?

No hay rutas mágicas, se trata de mantener un trabajo constante para cambiar las cosas, siendo conscientes de que peleamos contra un sistema capitalista que alimenta este tipo de dinámicas, en este caso en el apartado del deporte. Ya hay en marcha algunas otras iniciativas similares a la nuestra, que intentan aproximar a los más jóvenes a esta modalidad deportiva de manera distinta, lo mismo que escuelas de fútbol formativo que están variando cómo darle otra mirada a su trabajo diario. También los aficionados comienzan a moverse, promoviendo la existencia de clubes con accionariado popular, en los que haya una lógica mucho más participativa y las decisiones se adopten de forma colectiva, denunciando asimismo el modelo de fútbol negocio.

Y de ese choque entre ambas dinámicas contrapuestas, ¿qué fútbol del futuro nos espera?

Resulta complicado predecir hacia dónde va a ir el fútbol. Lo que sí estamos viviendo ahora mismo es la huida hacia adelante del fútbol negocio, fruto del endeudamiento brutal de algunos clubes muy importantes, una burbuja que en cualquier momento puede reventar. El planteamiento de una Superliga deja claro que el juego es lo que menos importa, se prioriza el espectáculo, el merchandising, el aficionado como consumidor de este producto… No deja de ser la desvirtualización del deporte, un grupo cerrado en el que, ganes o pierdas, de lo que se trata es de buscar la rentabilidad a las inversiones realizadas. Como ya hemos mencionado, esta muestra más desvergonzada del fútbol también genera posiciones contrarias y, si la gente quiere un deporte distinto al puramente economicista, hay que implicarse.

¿Deberían tener un papel más activo los futbolistas en esta lucha de modelos?

Cuando se me interpela por la falta de concienciación social de los futbolistas, siempre respondo lo mismo: En tu trabajo, ¿son todos revolucionarios? La sociedad actual es la que es, a la gente le cuesta posicionarse y movilizarse. Además, en el caso de los futbolistas con cierta repercusión social están sometidos a toda una maquinaria mediática que te machaca y destroza si piensas de manera crítica. No solo no se permite posicionarse, sino que se envía un mensaje de advertencia a futuro. Por experiencia, sé que no es nada agradable el ensañamiento que suele realizar la prensa.

¿Queda todavía cierto margen de esperanza como para pensar en un posible cambio del fútbol que influya positivamente también en una sociedad más igualitaria y solidaria?

Es cierto que el fútbol forma parte de la sociedad, pero sería un poco iluso por mi parte pensar que únicamente él vaya a ayudar a cambiarla. Si queremos hacerlo, habrá que luchar desde todos los ámbitos posibles para acabar con este sistema capitalista a ultranza. En todo caso, el fútbol tiene una repercusión mediática y social tremenda, de ahí que no se pueda menospreciar su influencia. Siempre he reprochado a la izquierda que haya valorado al fútbol como un espacio que no iba con ellos, cuando es un medio muy útil para mostrar injusticias y pelear por su erradicación. Mucha gente a la que de otro modo es muy difícil llegar sí que se conciencia ante estas desigualdades si las denuncia un futbolista que es referente para ella.