Nerea GOTI
EL MODELO ASISTENCIAL, CURSO DE VERANO DE LA UPV/EHU

EL RETO: UN MODELO QUE ACOMPAñE RESPETANDO CÓMO SE DESEA SER CUIDADO

EL RETO DE LOS CUIDADOS DE LARGA DURACIÓN EN LAS SOCIEDADES AVANZADAS NO ES SOLO DEMOGRÁFICO. LAS PERSONAS RECLAMAN DERECHOS QUE NO DESAPARECEN CON LA EDAD Y QUE SE CUIDE A LOS CUIDADORES. EL DESAFÍO PASA POR RESPETAR CÓMO QUEREMOS SER CUIDADOS Y DESPRENDERNOS DE ESA MIRADA QUE SOLO VE EN LA VEJEZ ENFERMEDAD.

Los cuidados de larga duración y el reto de las sociedades avanzadas es desde ayer el tema central de los cursos de verano de la UPV-EHU. La primera jornada reunió ayer en Bizkaia Aretoa a distintas voces para abordar el reto desde sus diferentes vertientes, porque el desafío al que se enfrentan instituciones y sociedad no es solo dar servicios a un mayor número de personas sino hacerlo de forma diferente, transformar el modelo para atender mejor a las necesidades de las personas cuidadas y a sus cuidadoras y cuidadores.

La Diputación de Bizkaia, que participa en el encuentro, puso sobre la mesa algunos datos que definen la situación demográfica. En las últimas cuatro décadas el número de personas mayores de 65 años se ha multiplicado, pasando del 8% al 23% de la sociedad vizcaina y se espera que alcance el 29% en diez años. El colectivo de personas de más de 90 años crece un 20% cada década, según precisó el diputado de Acción Social, Sergio Murillo.

Habló el representante del Gobierno foral de «incorporar una nueva mirada, más valiente», y algunas de las respuestas sobre los cambios por los que debe transitar un nuevo modelo llegaron por parte de AGE Plataform Europe, una organización no gubernamental con sede en Bruselas y una extensa red en distintos países, que cuenta con la participación de organizaciones vascas como Euskofederpen, Grupo SSI y Nagusilan.

Cuidado estandarizado

En un escenario europeo muy diverso, producto también de distintas culturas, la realidad común es de una insuficiente calidad de los servicios. Recordaron datos de la OMS, que calcula que una de cada cuatro personas mayores con necesidad de cuidados experimenta maltrato. Apuntaron que también es general esa concepción estandarizada de la atención, «más de rellenar casillas» que de tratar de una forma personalizada, junto a la existencia de una visión descoordinada, que hace que las personas transiten de un servicio a otro, pero no se pare a preguntar sus necesidades.

Apuntó Nena Georganti, que pensar en un nuevo modelo de cuidados debería llevar aparejada otra forma de mirar la vejez. «El problema no son los cuidados, sino el edadismo», destacó la integrante de la red europea, que explicó que la discriminación asociada a la edad está muy extendida, «incluso más que el machismo».

Georganti, que recordó cómo construimos la idea de la ancianidad entre mensajes de productos antiedad, junto relatos e imágenes que tratan la vejez como si fuera una enfermedad o asociada a la fragilidad, la tristeza y las limitaciones. Destacó que el edadismo tiene efectos no solo entre las personas mayores, sino en diferentes esferas y hasta en la salud de las personas en general. «El edadismo afecta a los cuidados a través de nuestras actitudes», apuntó.

Otra de las cuestiones sobre las que incidió es en que los modelos edadistas pasan por alto las necesidades y los deseos de las personas, llegando incluso a la institucionalización forzada. Las políticas están más centradas en la dependencia que en explorar modelos de ayuda a la independencia, agregó.

Por ello, incidió la red europea en defensa de los derechos de las personas mayores, en que si vamos a cambiar de modelo, los principios que guíen la actuación deberían velar por la justicia y la igualdad, pero también por promover la autonomía y el empoderamiento. «El objetivo final no es tener a las personas a salvo, hay que promover la autoestima y el respeto», destacaron.

No hay datos aún de cómo repercutirán los fondos europeos frente al covid en el sistema de cuidados, según precisaron, pero avanzaron que la UE está definiendo indicadores para ver necesidades no cubiertas. Según adelantó Borja Arrue, la red europea está gestionando junto con Bizkaia un análisis de un grupo de expertos que presentarán un informe en 2022.

La otra vertiente que no podía faltar es la de las personas cuidadoras. Entre un 3,3% y un 3,8% de la población son personas dedicadas al cuidado, sobre todo mujeres mayores de 45 años, según se recordó ayer. Pero, qué hay de su estado, de las situaciones que enfrentan y de qué mecanismos disponen para ofrecer un cuidado que satisfaga a los otros y a sí mismas, por el que se sientan reconocidas. Son algunas de las interrogantes que se lanzaron en forma de reflexiones sobre lo que pasa actualmente y debería cambiar.

En una de las mesas redondas la doctora en Sicología y decana del Colegio Oficial de Bizkaia Begoña Rueda puso el foco en la mirada ética, en un modelo en el que los cuidados supongan un acompañamiento que tenga en cuenta los valores de las personas. Hizo hincapié en la salud emocional de los cuidadores. En un contexto en el que el cuidado no se valora, abogó por un modelo con cuidado institucional hacia cómo se prestan las tareas de cuidado. Se forma mucho en conocer síntomas y atender lo sanitario, pero falta una mirada a la dimensión de la persona y la familia, apuntó.

A este respecto, Izko Cardenal, de la fundación Bizitzen, aportó la visión desde dentro de casa, desde un espacio no tan regulado, en el que se generan «vulnerabilidades» y las personas acaban con peores niveles de salud o hasta situaciones de maltrato involuntario. Se han producido algunos avances al proporcionar «respiros», pero apuntó un detalle clarificador: sabemos a dónde ir ante una ruptura de fémur, pero en un caso de dependencia, «el circuito que tienes que recorrer es complejo».