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LONDRES

La crisis irlandesa marca el primer cara a cara entre Biden y Johnson

El encuentro con el que Joe Biden y Boris Johnson renovaron ayer su alianza histórica con una nueva «Carta del Atlántico» estuvo marcado por las diferencias entre Washington y Londres ante el protocolo pos-Brexit sobre el norte de Irlanda. Johnson evitó que se airearan los previstos reproches que, si hubo, quedaron en el ámbito privado.

La víspera de la cumbre del G7 en Cornualles, el presidente de EEUU, Joe Biden, y el primer ministro británico, Boris Johnson, mantuvieron su primer cara a cara en el primer viaje al exterior de Biden, con el que quiere escenificar el «regreso» de EEUU a los pactos internacionales tras el mandato de Donald Trump.

Y lo inició con un encuentro en el que renovó su histórica alianza con Gran Bretaña. Los dos líderes firmaron una nueva ‘Carta del Atlántico’, inspirada en la firmada por Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt hace 80 años, para reafirmar «valores» compartidos con respecto a la «defensa de la democracia», la seguridad colectiva y el comercio internacional.

Sin embargo, las tensiones políticas en Irlanda tras el Brexit marcaron el encuentro. A Biden, orgulloso de sus orígenes irlandeses, no le gustan los intentos de Londres de revertir el «protocolo de Irlanda del Norte» que evita el regreso de una frontera en la isla. Washington considera el acuerdo del Viernes Santo, alcanzado con la participación del expresidente Bill Clinton, como su patrimonio diplomático en riesgo por la postura de Londres. Según “The Times”, la máxima diplomática estadounidense en Gran Bretaña, Yael Lempert, acusó a Londres de avivar con su actitud las tensiones en el norte de Irlanda.

Un alto cargo estadounidense matizó más tarde que Biden tenía intención de advertir a Johnson de que «el progreso (registrado desde el acuerdo) debe ser protegido», pero «la idea no es entrar en un enfrentamiento o surgir en oponente, él no viene a dar una lección», indicó. Si hubo mayores reproches, se quedaron en la conversación privada, ya que Johnson debe cuidar la alianza con EEUU para seguir jugando un papel central en las relaciones internacionales. Por ello, las declaraciones tras el encuentro tuvieron un tono amistoso. Johnson aseguró que sus dos países y la UE están «absolutamente en sintonía» con que los acuerdos de paz en Irlanda deben protegerse.

El primer ministro calificó de «aire fresco» su conversación con Biden al constatar su sintonía en asuntos como el clima o la OTAN, y dijo que éste no le transmitió estar alarmado por la situación en el norte de Irlanda. En un comunicado conjunto, ambos países reafirmaron su «compromiso de trabajar estrechamente con todas las partes del acuerdo para proteger su delicado equilibrio».

Downing Street señaló que Biden y Johnson coincidieron en «la responsabilidad de cooperar y hallar soluciones pragmáticas para permitir el comercio libre de cargas entre Irlanda del Norte, Gran Bretaña e Irlanda».

Al respecto, la UE advirtió el miércoles de que reaccionaría con firmeza ante la falta de respeto a los compromisos asumidos. «El protocolo hay que aplicarlo por completo», insistió ayer la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, al precisar que plantearía el tema a Johnson en una reunión hoy al margen del G7

Más allá de esta cuestión, aunque Johnson ha sido comparado con Trump por su tono populista, el líder británico mostró mucha mayor sintonía con la Administración Biden en temas como la hostilidad hacia China y Rusia. Tras el G7, Biden viajará a Bruselas para las cumbres con la OTAN y la UE, y luego a Ginebra, a la reunión con Vladimir Putin.

Una oportuna cumbre del G7 para que Gran Bretaña perfile sus nuevas alianzas

La cumbre del G7 que comienza hoy en Cornualles servirá a Gran Bretaña para perfilar su política exterior fuera de la UE, lo que comenzó con la visita previa de Joe Biden para fortalecer su posición como aliado de EEUU, pero también con los invitados que forjan sus nuevas alianzas económicas.

Como presidente de turno del grupo, Boris Johnson invitó a India, Australia y Sudáfrica, así como Corea del Sur, uno de los principales nuevos mercados que busca Londres. A la vez suponen una clara apuesta por el desafío a China, potencia dominante en la región, desafío compartido por todo el grupo. Tanto la Presidencia británica del G7 este año como la cumbre del clima COP26 de noviembre en Glasgow (Escocia) son un oportuno escaparate para las ambiciones globales de Johnson. Su plan es situar a Gran Bretaña en un rol central en el comercio mundial ante el riesgo de quedar al margen de otras eventuales alianzas.

La cumbre tendrá en la reforma de la fiscalidad internacional uno de los temas de debate tras la reunión de ministros de Finanzas del G7 la semana pasada, en la que acordaron un tipo fiscal de sociedades de al menos el 15%. Pero falta el acuerdo con los países emergentes en el G20 y con la OCDE y fijar aspectos como la definición de las multinacionales entre los detalles que pueden dejar en papel mojado el objetivo de que las estas compañías paguen impuestos donde obtienen sus beneficios y no donde tienen su sede física.

Además, países como Irlanda, Hungría y Polonia se oponen a esta regulación. En el caso de Dublín y otros socios comunitarios, como Países Bajos, sus impuestos de sociedades bajos atraen a grandes empresas que establecen sedes en esos territorios y declaren allí impuestos sobre sus beneficios, incluso si proceden de elevadas ventas realizadas en otros lugares.GARA