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GINEBRA
CUMBRE PRESIDENCIAL EEUU-RUSIA

Biden y Putin bajan el tono sin dejar de lado las acusaciones

La cumbre entre Joe Biden y Vladimir Putin rebajó el tono hostil pero sin abandonar avisos y acusaciones, lo que mantiene la incertidumbre sobre el futuro de la relación EEUU-Rusia.

Con las relaciones en uno de sus peores momentos y los precedentes de sanciones, amenazas y acusaciones mutuas, la cumbre entre los presidentes de EEUU, Joe Biden, y Rusia, Vladimir Putin, logró al menos rebajar el tono de las declaraciones y lanzar algunas propuestas de cooperación que cumplieron las escasas expectativas sobre la reunión.

Para Biden fue un encuentro «productivo y positivo», en el que establecieron una agenda bilateral de trabajo con el compromiso de volver a reunirse «en tres o seis meses» si no funciona. Las bravatas sobre las «líneas rojas» que iba a marcar a Putin, sin desaparecer totalmente, se simultanearon con llamamientos a la cooperación.

Biden justificó ante Putin la agenda hostil de su Administración desde que llegó a la Casa Blanca, asegurando que «no es contra Rusia», sino para «defender al pueblo estadounidense».

Igualmente, el presidente ruso valoró positivamente la reunión y afirmó que «no hubo ninguna hostilidad» pese a la larga lista de discrepancias.

«Al revés. Nuestro encuentro transcurrió en una clave de principios, nuestras valoraciones difieren en muchos aspectos. Pero desde mi punto de vista, ambas partes demostraron el deseo de comprender el uno al otro y de buscar un acercamiento de las posiciones», señaló .

Indicó que lo largo de cuatro horas y media, menos del tiempo previsto inicialmente, abordaron temas de estabilidad estratégica, ciberseguridad, conflictos regionales, relaciones comerciales y cooperación en el ártico.

Pero Biden no dejó del todo de lado las amenazas. «Le he dicho claramente que no toleraremos los intentos de violación de nuestra soberanía democrática o de desestabilización de nuestras elecciones democráticas y que responderíamos», señaló.

«Creo que la última cosa que (Putin) quiere ahora es una Guerra Fría», añadió, en referencia sobre todo a las acusaciones sobre los ciberataques. El presidente estadounidense señaló que «algunas infraestructuras críticas deberían ser intocables, sea por medios cibernéticos o por otros» y le entregó una lista de 16 entidades a las que un ataque podría provocar una respuesta. «Si Rusia viola algunas normas fundamentales, responderemos», advirtió, indicando que «le he subrayado que tenemos una importante capacidad cibernética y lo sabe». Más allá del intento de interferencia en las elecciones de 2016 en beneficio de Donald Trump, Washington ha denunciado ataques cibernéticos a SolarWinds, Colonial Pipeline o JBS. Ataques que han atribuido a Moscú o a grupos de piratas informáticos radicados en Rusia.

El Kremlin, que siempre lo ha negado, acusa a Washington de interferir en sus asuntos apoyando a la oposición o financiando organizaciones y medios críticos. Putin indicó que Rusia también sufre ciberataques y citó como ejemplo uno contra el sistema sanitario de una de las entidades federadas rusas. Aseguró que «vemos que este trabajo se coordina desde el ciberespacio de EEUU».

Ayer, no obstante, optó por un tono conciliador. Putin explicó que EEUU y Rusia iniciarán consultas sobre ciberseguridad, lo que consideró «extraordinariamente importante». «Es necesario dejar de lado todo tipo de insinuación y comenzar a trabajar a nivel de expertos en interés de Estados Unidos y de Rusia. En principio, hemos llegado a un acuerdo en esto y Rusia está preparada para ello», zanjó.

Amenaza por Navalny

Biden también lanzó avisos amenazantes en otro de los asuntos espinosos: el encarcelado opositor Alexei Navalny. Advirtió de que las consecuencias de su hipotética muerte «serían terribles para Rusia».

A este respecto, Putin aseguró que el opositor era consciente de que infringía la ley y que «buscaba ser detenido» cuando optó por regresar a Rusia, después de pasar un tiempo en Alemania recuperándose de un envenenamiento del que acusa directamente al mandatario. .

Sobre la reciente ilegalización del Fondo de Lucha contra la Corrupción de Navalny en Rusia, aseguró que esa organización «hizo llamados públicos al desorden, incitó públicamente a menores a participar en manifestaciones callejeras y dio instrucciones sobre cómo fabricar cócteles molotov para usarlos contra agentes del orden».

Incógnitas sin despejar

El comienzo de la cumbre entre los líderes de las dos potencias, en un edificio del siglo XVIII a orillas del lago de Ginebra, comenzó con un tono amable que contrastó con la tensión previa. Ambos se estrecharon brevemente la mano. El presidente ruso agradeció a Joe Biden haber tomado la iniciativa de proponer la reunión. Biden habló de «dos grandes potencias», en marcado contraste con las palabras de Barack Obama, que llegó a calificar a Rusia de «potencia regional».

Después de una reunión en formato reducido –con los presidentes y los respectivos jefes diplomáticos, Antony Blinken y Sergey Lavrov–, a media tarde se pasó a una secuencia de trabajo extendida.

Biden había prometido dejar claro a Putin cuáles son «sus líneas rojas», después de haber hecho frente común ante Moscú tanto en la cumbre de la OTAN como en la que compartió con los líderes de la UE en Bruselas

El presidente estadounidense sabe que su primer viaje al extranjero se juzgará en gran medida por los resultados de este encuentro. Putin, por su lado, ya se ha codeado con otros cuatro presidentes estadounidenses desde que llegó al poder a finales de 1999. En este caso, habría logrado lo que deseaba, según algunos analistas: la celebración de la cumbre como muestra de la importancia de Rusia en el escenario mundial.

La cumbre no aclaró si finalmente su resultado servirá para mejorar la relación o solo para escenificar las posturas de cada parte. «León Tolstoi una vez dijo: 'En la vida no existe la felicidad, solo existen sus destellos. Valoradlos’. Me parece que en esta situación no puede haber una confianza familiar, pero se vieron algunos 'destellos», resumió Putin el encuentro.

Los embajadores retirados en abril volverán a sus puestos

Vladimir Putin anunció el regreso de los embajadores de Estados Unidos y Rusia a Washington y Moscú, respectivamente, después de la cumbre. «Coincidimos en que este problema está resuelto, están regresando a los lugares de servicio permanente», señaló Putin tras la reunión. El de los diplomáticos es «un asunto puramente técnico», añadió.

Los embajadores ruso y estadounidense, Anatoli Antónov y John Sullivan, abandonaron Washington y Moscú en abril, después de que la Administración Biden impusiera una batería de sanciones contra el país euroasiático por sus «acciones desestabilizadoras», que incluían «esfuerzos para socavar las elecciones democráticas libres y justas y las instituciones democráticas de EEUU y sus aliados y socios» o «participar y facilitar actividades cibernéticas maliciosas».

En aquel momento, la Administración estadounidense responsabilizó al Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia como autor del ciberataque contra la empresa de software SolarWinds, que afectó a unas diez agencias del Gobierno estadounidense y más de cien empresas privadas a principios de 2021. Como reacción, expulsó además a diplomáticos rusos e impuso sanciones a personas y entidades. Moscú replicó con medidas similares.GARA

Declaración para negociar sobre control de armamento nuclear

La única declaración conjunta que firmaron Vladimir Putin y Joe Biden en Ginebra se limitó a expresar el propósito de dar pasos en los acuerdos de control de armamento, pero sin contenido concreto. El documento subraya que «Rusia y EEUU han demostrado que aun en periodos de tensión son capaces de lograr progresos en el cumplimiento de objetivos comunes para garantizar la predictibilidad en el ámbito estratégico, disminuir los riesgos de conflicto armados y la amenaza de una guerra nuclear». «La reciente prolongación del tratado START III es una muestra de nuestro apego al control de las armas nucleares. Hoy reafirmamos nuestro apego al principio según el cual en una guerra nuclear no puede haber vencedores y nunca esta debe ser desatada», añade. El texto subraya que «Rusia y EEUU iniciarán próximamente un amplio diálogo bilateral sobre seguridad estratégica, que será sustantivo y enérgico», con el fin de sentar las bases del futuro control de armamentos.

El START III, el último acuerdo bilateral de limitación de armamentos, fue prorrogado por cinco años en febrero, y las diferencias aún no resueltas sobre su contenido y ámbito hacían dudar de su continuidad. A la vez, las diferencias han provocado la ruptura de otros pactos como el de «cielos abiertos» de vigilancia mutua.GARA