A Ulibarrena, que murió hace poco más de un año a la edad de 96, le hubiera gustado ver cómo estaba su escultura ayer al mediodía. Había banderas independentistas navarras por todas partes, hasta en lo más alto de la colosal figura del guerrero. También había acordeonistas, txalapartaris, gaiteros y dantzaris. Sin olvidar tampoco las mascarillas y los abrazos alegres entre gente que no se ha visto en mucho tiempo por la epidemia.

La marcha, tan cortita que hizo que los actos principales se adelantaran, partió del pueblo de Getze, donde la gente ha acabado aparcando en piezas de trigo recién cosechado. Encabezaban la comitiva unas letras gigantes que decían “500 urte”.

Alrededor de la escultura principal, entre las piezas que simbolizan al reino en ruinas, se congregaron los asistentes para escuchar el discurso del historiador Joseba Asiron que, como él mismo se definió un día, fue «el primer alcalde de Iruñea independentista en 500 años, porque antes de la conquista lo eran todos».

«Ahora mismo, hace cinco siglos, el 4 de julio de 1521, estos campos que veis aquí delante se encontraban sembrados con los cuerpos de los miles de caídos en la llamada Batalla de Noain, que tuvo lugar cuatro días antes. Aquí y allá deambulaban, aún asustados, unos cuantos caballos sin jinete y por el suelo veían las armas abandonadas, los cañones inutilizados y los carros incendiados», ha afirmado Asiron.

Asiron recordó que el ejército comandado por Asparrots, antes de la crucial batalla, había conseguido liberar a Nafarroa de los conquistadores y que aquello fue un coser y cantar porque, antes de su llegada, los distintos pueblos ya se las habían apañado para echar a los ocupantes. «En Iruñea, fueron Juan y Miguel de Jaso, los hermanos mayores de San Francisco Javier, quienes abrieron las puertas del general Asparrots».

La respuesta castellana tras un fracasado sitio a Logroño fue enviar un ejército tres veces mayor contra Iruñea, cuyas murallas no estaban preparadas para contener la potencia de los cañones del Ejército castellano. De ahí que Asparrots saliera a plantar batalla en Noain en campo abierto. Dicen que la liz estuvo reñida pese a la inferioridad numérica de los legitimistas navarros y que quizás la clave de la derrota fue que Asparrots dio licencia a las milicias para que se marcharan a segar los campos. Pero ese debate ya compete a los historiadores.

Lo que sí sucedió ayer es que los silencios del discurso de Asiron se han llenado con gritos de «Independentzia» y que, a su término, se bailó un aurresku a los perdedores de la batalla. Tras ello, los gaiteros entonaron el himno de las Cortes de Nafarroa, que sigue siendo hoy el himno de la Comunidad.

Negacionistas

Como era inevitable, también hubo referencias al acto de Vox que forzó a alterar los planes de la conmemoración. «Todavía hay quien acude a Getze con la idea de agraviar lo que este monumento significa», dijo Asiron. La presencia de varios patrol de la Guardia Civil en la localidad bien pudo responder al negacionismo súbito que ha surgido en la extrema derecha sobre lo que supone la batalla.

A esto del negacionismo y lo que llaman «manipulación nacionalista» de lo ocurrido también se han sumado estas semanas los principales espadas de la historiógrafa españolista. Así, Jaime Ignacio del Burgo y Javier Fortún enviaron sendos escritos alertando de que había presencia de huestes del resto de herrialdes entre los castellanos.

Del Burgo y Fortún (ambos miembros de la Real Academia de la Historia, esa que se negó hasta 2018 a incluir la palabra «dictador» en su entrada sobre Francisco Franco) apoyaron sus escritos en el trabajo de Peio Monteano sobre la batalla. Ayer mismo, Monteano escribió una réplica refutando sus tesis y diciendo que, como poco, faltan al respeto a los navarros legitimistas que allí –y luego en Amaiur– trataron de recuperar la recién perdida independencia.