Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Las apariencias»

Entremeses y fachadas

Marc Fitoussi ha tomado el relevo del maestro Claude Chabrol a la hora de abordar la trastienda de la burguesía del Estado francés con una película incisiva y en la que Karin Viard y Benjamin Biolay personifican los males que conlleva el mantenimiento artificial de una fachada moral y social.

Ambos encarnan un matrimonio del Estado francés que reside en Viena y que pertenece a un selecto círculo de la “crème de la crème”. Su privilegiado status se convulsionará cuando ella sospeche que su marido mantiene una relación extramatrimonial, lo que provocará que ella se esfuerce, aún más, en mantener su apariencia en un entorno en el que imperan las mentiras y las traiciones. A ello se suma la necesidad de venganza que nace en la protagonista y que se concreta en la relación que mantendrá con un joven tras una noche étilica. Fruto de esta doble infidelidad nace una conducta que pondrá en enredicho una relación artificial pero necesaria para no ser expulsados de su comunidad elitista.

Las referencias a Chabrol no solo se revelan en su empeño por mostrar la doble moral de un selecto grupo humano corrupto y despreciable, la comparativa se amplía también a las medidas dosis de humor que asoma en diferentes tramos de una historia que deriva hacia los territorios del thriller. Al igual que Chabrol, Fitoussi no se anda por las ramas y disecciona con exquisito gusto una clase social soberbia y feroz que siempre pone de manifiesto su chauvinismo en torno a una mesa repleta de manjares y vinos y que animan sus encorsetadas veladas mediante chismorreos y conversaciones superficiales que son herencia de aquellas veladas versallescas que podían tumbar la reputación de un aristócrata caído en desgracia. “Las apariencias” es un thriller elegante, bien condimentado y con unas más que correctas interpretaciones.