Imanol INTZIARTE

EL LEGADO DE FRASER-PRYCE, EDUCACIÓN PARA DESFAVORECIDOS

Como muchos deportistas de élite, la velocista jamaicana Shelly-Ann Fraser-Pryce se crió en un entorno de pobreza, y ahora aprovecha su visibilidad y sus recursos para ayudar a la educación de chicos y chicas de familias desfavorecidas. Este es su legado.

La segunda mujer más rápida de la historia, tiene claro el legado que quiere dejar cuando se retire del atletismo tras el Campeonato Mundial de Oregón en 2022. La jamaicana aspira a sumar este sábado su tercera medalla de oro olímpica en los 100 metros, igualando la gesta de su compatriota el velocista Usain Bolt.

Fraser-Pryce, de 34 años, cuenta con los oros en el hectómetro en 2008 y 2016, además de tres platas –200 metros en Londres y 4x100 en Londres y Río– y un bronce en los 100 metros de la cita brasileña.

Más allá de la pista, la jamaicana quiere aprovechar su visibilidad para generar un legado duradero, ayudando a los niños desfavorecidos de su país. Ella se crió en Waterhouse, una zona pobre de la capital de Jamaica, Kingston, donde iba descalza a la escuela primaria.

A través de su Pocket Rocket Foundation –Fundación Cohete de Bolsillo–, un apodo que proviene de sus 1,52 metros de estatura, Fraser-Pryce otorga becas que cubren matrícula, libros, uniforme, viajes y dinero para el almuerzo.

Las renovaciones anuales de becas se basan en el rendimiento académico y Fraser-Pryce desea garantizar un equilibrio entre los deportes y la educación, porque «una educación sólida nunca debe verse comprometida por la participación y la competencia atléticas», según se puede leer en el sitio web de la fundación.

Devolver lo recibido

«Cuando comencé la escuela secundaria en 1999, en Wolmer’s Girls, tuve el privilegio y la bendición al mismo tiempo de haber conocido a una mujer llamada Jeanne Coke, de The Wolmer’s Old Girls Association. Ella vio algo en mí que yo no veía, y comenzó a financiar mi educación, mis libros, mi uniforme, mi almuerzo y todo. Ella me mostró compasión y amor de muchas maneras. Y de ahí es de donde todo se alimentó», explica Fraser-Pryce.

La velocista también es Embajadora Nacional de Buena Voluntad de UNICEF para Jamaica desde febrero de 2010. Al comienzo de la pandemia recaudó fondos para asegurarse de que el Centro de Recursos Shelly-Ann Fraser-Pryce en Waterhouse estuviera provisto de ordenadores para que los niños locales pudieran continuar su educación.

La apasionada creencia de Fraser-Pryce de que la educación debe ir junto con el deporte se aplica igualmente a ella. Mientras se preparaba para Los Juegos Olímpicos de Londres 2012, obtuvo un título en Desarrollo Infantil y Adolescente de la Universidad de Tecnología (U-Tech) en Kingston.

«Al crecer tuve sueños que pensé que estaban fuera de mi alcance, sueños de ir a los Juegos Olímpicos y a la Universidad. A través de mi trabajo con UNICEF quiero ayudar a los niños jamaicanos a realizar sus sueños. Quiero ayudarles a comprender que tienen derechos y que esos derechos deben protegerse. Quiero que crean que nada es imposible», apunta la jamaicana.

Fraser-Pryce ha publicado un libro basado en la historia de su vida. ‘I Am a Promise’ es un libro ilustrado con el que espera inspirar a los lectores jóvenes para que vean que se puede pasar de la infancia en un barrio duro de la ciudad a un atleta de élite y un oro olímpico, o cualquiera que sea su sueño.