Es curioso que siempre que se hace gasto en incrementar los efectivos de policías nacionales, de gendarmes o de agentes de aduanas, las autoridades pierden la culata para anunciarlo en prensa, foto de familia uniformada incluida. No sucede lo mismo ni con el aumento del número de sanitarios, ni con el de docentes, muy probablemente porque es una situación que no se da, porque invertir en salud o en educación pareciera no interesar al ciudadano al que esas mismas autoridades intentan despreocupar de lo importante para preocuparles por la seguridad, enumerando delitos, crímenes y personas de color y acento diferente que llegan en tromba a amenazar nuestro modo de vida, nuestro empleo y nuestras hijas.

Por ello, bienvenidos agentes. Que sepan que han llegado ustedes a un destino diferente, un territorio con «una fuerte identidad cultural que hay que respetar», les ha contado el prefecto mientras hacía un chiste sobre algo así como salpimentar la convivencia con pimiento de Ezpeleta. Pero no hay tiempo para bromas. Hay que actuar ya. Entre otros objetivos, en «la lucha contra la inmigración irregular». Quién tiene dinero, quién tiene el poder, quién tiene el futuro, quién lleva la ley, cantaban Eskorbuto. Se está acabando este verano raro e inusual. Y el otoño no anuncia diversión. Un error, un error.