Maitane ALDANONDO
Oñati

CARTAS PERSONALIZADAS PARA AYUDAR A RECORDAR

Tres estudiantes de Leinn ha diseñado un juego pensado para personas con alzheimer u otras dolencias que afectan a la memoria. Se trata de barajas diseñadas con imágenes, nombres y parentescos de familiares con los que estimular su mente de forma lúdica.

El olvido es la parte más dolorosa de la enfermedad tanto para quienes padecen alzheimer o dolencias similares como para sus allegados. Con el objetivo de ayudar a ralentizar ese proceso, tres estudiantes de Liderazgo Emprendedor e Innovación (Leinn) del campus de Oñati (Gipuzkoa) han puesto en marcha Medori; una iniciativa  que comercializa mazos de cartas personalizados con imágenes de las personas relevantes para cada paciente. En la víspera del Día Mundial del Alzheimer una de sus creadoras explica a GARA los detalles del proyecto.

La iniciativa parte de la arrasatearra Maider Alonso, la durangotarra Naia Parra y la mallabiarra Eider Hoyos, componentes de la asociación junior empresa Duiit. Como parte de su aprendizaje a lo largo del grado deben realizar proyectos de toda índole, para lograr los objetivos fijados. En abril estaban de viaje de estudios en Corea, donde idearon Medori, que se hizo realidad a su regreso. El nombre es un juego de palabras entre memory –memoria, en inglés– y Dori, el pez de dibujos animados que pierde la memoria cada tres segundos.

La idea conjuga tanto una experiencia previa con personas mayores como una vivencia personal. En concreto, las pasadas Navidades crearon puzzles personalizados dirigidos a personas usuarias de las residencias de ancianos que pasaban por una etapa de soledad al no poder recibir visitas. «Nos dimos cuenta de que era un sector que nos importaba, nos gustaba y que trabajábamos sin esfuerzo», apunta Hoyos. Están sensibilizadas también con el alzheimer, porque ella y Alonso lo han vivido de cerca con su abuela y abuelo, respectivamente. «Sabemos que cuando íbamos a visitarles nos reconocían de alguna forma, sabían que nuestra cara era familiar, de alguien cercano que les quiere; pero no tenían ni idea de quiénes éramos, ni nuestro nombre ni que éramos sus nietas». Creen que esa es la parte que más impacta a las familias, por eso el objetivo del juego es ayudar a estimular esos vínculos de forma lúdica. 

Crearon los primeros prototipos y los probaron en varias residencias. Con los comentarios recibidos fueron realizando cambios hasta llegar al formato actual. Están «muy contentas» con la respuesta que reciben cada vez que presentan el juego. «Lo ven muy bien, algo que puede llegar a funcionar. Una idea novedosa, que está bien trabajarlo con estas personas», asegura Hoyos. Valoran especialmente esas opiniones, ya que vienen de profesionales como sicólogos o monitores con amplia experiencia y conocimiento sobre esta enfermedad.

Ralentizar el avance

Las cartas son una forma «dinámica y divertida» de recordar a familiares y amigos, con la que quieren contribuir a mejorar el proceso de deterioro tan difícil tanto para quien lo padece como para su entorno. «Jugar a esto te crea un vínculo con esa persona, te hace pasar tiempo con ella… sabemos que, por desgracia, no se puede curar, pero se puede luchar contra la enfermedad e intentar ralentizarla al máximo posible», afirma. 

El mazo consta de cuatro cartas por persona: foto, nombre, parentesco y una combinación de las dos últimas. Animan a utilizar la imaginación, ya que «dan pie a muchas cosas», pero proponen seis juegos: utilizar la carta de la foto para hacer preguntas, describir a una persona y que la señale, ponerlas bocabajo y que encuentre el nombre y la foto que le corresponde, crear el árbol genealógico combinando foto y nombre... Las cartas son un apoyo para ayudar a recordar, a estimular la memoria, y el juego se puede adaptar a cada paciente, por ejemplo, reduciendo el número de cartas.

Tiene un precio único de 35€ y se adquiere en la web de Medori –medori.duiit.es–. Para la personalización necesitan una foto «clara y de frente» de cada persona, su nombre y su parentesco; así como un árbol genealógico o árbol de vida. «Queremos abarcar a todas las personas importantes, puede ser un vecino, la mejor amiga… no necesariamente un familiar directo». Con ese material diseñan la baraja y la envían a una fábrica de Málaga para su producción. El plazo de entrega es de 15-20 días. Junto al mazo, el juego incluye una hoja de evaluación y el árbol de vida, para que puedan jugar con cuidadores o trabajadores de la residencia, ya que no pueden hacerlo de forma autónoma.

Lanzaron el producto en verano y ahora están en conversaciones con varias asociaciones para que lo prueben, y si les gusta, lo incluyan en sus dinámicas. Este año acabarán el grado, pero al ser una problemática que les «toca tan a fondo», su intención es seguir adelante con Medori, «si la respuesta es buena y tiene recorrido».