Víctor ESQUIROL
DISTANCIA DE RESCATE

La salvación está en los detalles

La nueva película de Claudia Llosa se vertebra a partir de un aparato narrativo que no teme a retorcerse en filigranas temporales. Su historia está comentada por dos voces en off; por dos entidades (que además juegan un papel crucial en dicha función) que están asistiendo a la misma película que nosotros, pero que la interpretan como una especie de viaje por los recuerdos de una de estas dos voces. Es como si presenciáramos una especie de terapia psicomágica, en la que un niño invita a una mujer a recordar, a poner orden en sus memorias, para así tratar de salvar a un tercer personaje, que lo mismo podría ser otra niña, como el escenario donde transcurre este drama.

La cineasta peruana, fiel a ese cine que parece brotar de la tierra, nos habla de los males que moran en esta misma… que a lo mejor son los que nosotros mismos hemos plantado. No en vano, la propuesta se puede definir como una tragedia familiar alimentada por el terror sobrenatural, pero también por aquel que encuentra sus raíces en inquietudes de calado más ecologista. Con dicha mezcla, “Distancia de rescate” reflexiona sobre el peso inherente en cada relato. Importa quién lo articula y, por supuesto, los motivos que le llevan a incidir en unas cosas, y a ignorar otras. La voz en off del niño, suerte de guía espiritual del personaje central encarnado por María Valverde, le pide a esta que se centre en los detalles. La película se aplica la receta impregnando su lenguaje cinematográfico de esas tomas tan cortas, que agigantan imágenes que en realidad deberían ser minúsculas. Claudia Llosa vuelve a incidir en las preocupaciones derivadas de la maternidad, envolviéndolas en las energías corruptoras que emanan de un paisaje de apariencia idílica, pero en el que está enterrada la mismísima esencia del Mal.