Acudo al término “pomporruta imperial”, porque está reconocido por la Academia de la Lengua para ilustrar la confusión que se produce cuando una frase de un poema o de una canción no son entendidos correctamente y se interpretan mal. Esto parte del himno falangista “Montañas nevadas” y del verso que dice “voy por rutas imperiales”, tal como lo trasladó un joven e irreverente Fernando Colomo a su cortometraje “Pomporrutas imperiales” (1976). En el nuevo documental del veterano José Luis López-Linares se vuelven a confundir churras con merinas, porque la historia se repite siempre para mal. Se quiere colar otra vez el viejo y rancio concepto del imperio aprovechando que vivimos en la llamada era global, como si imperialismo y globalización fueran sinómimos. Pero para llevar a cabo dicho próposito se introduce un discurso maniqueo que habla de imperalismos peores o mejores, como si hubiera alguno bueno. De ahí el título de la película que reclama para la gesta de Colón y los Reyes Católicos un salvoconducto de modernidad, de avanzadilla de los tiempos de la interconectividad.

La bandera del patriotismo es agitada frente a la Leyenda Negra divulgada a través de los tiempos por aquellos enemigos extranjeros de los que hablaba el Caudillo en su Cruzada, para lo que se intenta quitar hierro a episodios oscuros como el de la Inquisión o el de la Expulsión de los Judíos. En el primer apartado se pone a la película del argentino Pablo Agüero “Akelarre” (2020) como ejemplo de querer cargar las tintas.

Quiénes somos nosotros para poner en duda las opiniones doctoradas y académicas de cuarenta expertos y expertas que se mueren por reabrir un debate que, casualmente, solo interesa a la extrema derecha. Así que resulta preferible no morder el anzuelo y entrar en discusiones seudohistóricas que no llevan a ninguna parte.