Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Ron da error»

Solo las mascotas virtuales falibles son amistosas

Hay que quedarse con el mensaje esencial de “Ron da error” (2021), y que viene a decir que son los defectos los que humanizan a una persona, por lo tanto cualquier prototipo robótico, asistente de voz, mascota virtual o elemento dotado de Inteligencia Artificial deberá ser falible para poder alcanzar una verdadera conexión con las personas de carne y hueso. El punto de partida que plantea este largometraje de animación familiar es muy interesante, pero como producto hecho para entretener que es no puede profundizar en su prometedora premisa, y todo se queda en que, nos guste o no, la infancia de hoy en día y la futura están condenadas a convivir con la tecnología, asumiendo el consiguiente riesgo de dependencia o adicción a las redes sociales. Por lo tanto no existen soluciones mágicas al problema, ni siquiera dentro de la ficción más fantasiosa y positivista.

“Ron da error” (2021) acerca a la realidad de la era de Internet la melodramática historia de amistad que Steven Spielberg propuso en “E.T.” (1982), cambiando como amigo del niño protagonista al simpático extraterrestre por un robot de compañía desarrollado por la industria del juguete electrónico para ayudar a las niñas y niños a socializar. Sin embargo, la economía familiar no avanza a la misma velocidad que los lanzamientos comerciales de las corporaciones de Silicon Valley, así que el padre viudo del pequeño Barney no se puede permitir comprarle un Bibot nuevo, por lo que adquiere uno más barato por defectuoso.

Al introducir una concepción anticuada del juguete caro que no está al alcance de todos los bolsillos, la película entra en un constante tira y afloja entre el viejo mundo romántico y la modernidad maquinal. Todo con tal de lograr que Ron y Barney sean amigos y creen en torno suyo un círculo de amistades, gracias a las imperfeccciones que les acercan y les unen.