ENRIKE MIRANDA
GUTUNAK

Zulema Ríos. Una mujer de Clase

Nació en Amurrio en 1929. Ha dejado de luchar el 3 de enero, con 92 años. Con 7 años se refugiaba de los bombardeos fascistas en la alcantarilla de la carretera, junto a su casa. Aprendió de su padre, Hilario miliciano de UGT, a luchar contra el fascismo pues bajada a casa a comer y asearse desde las trincheras en los montes circundantes al pueblo. Con la derrota del Ejercito vasco, salió en barco desde Cicero a Francia, con su madre Loren, su abuelo y sus dos hermanos. Allí se llevaron al abuelo a Nantes donde murió. Estuvo varios meses en Beaugençi y volvieron sin el abuelo a Iruña, buscando la ayuda de sus parientes, pues su madre era navarrica. Empezó a trabajar con 8 años con su madre como repartidora de pan, sin saber donde estaba preso su padre. Por fin lo encontraron en el penal de El Puerto de Santa María. ¡Cuan pronto empezó la dispersión de los presos vascos! Cuando su padre salió libre tras cuatro años, Zule subía con él o con su madre a la cárcel de San Cristobal llevando comida y ropa a los presos, o acompañaba a los familiares que venían de León o Asturias, para enseñarles el camino.

Con 17 años le dijo que si al muchacho que la rondaba desde los 16. Mariano, otro pieza como ella, que con 10 años acompañaba de la mano, como padre e hijo, hasta el Seminario, a los antifranquistas que su madre, María, acogía en casa. En el Seminario el guerrillero cogía para el monte y el chaval para casa.

Ambos formaron una pareja de luchadores, que siempre tuvieron claro que «ese es de los nuestros», dando cobijo sin preguntar. Si hay que hacer algo y se puede, se hace. Si no nos apoyamos los trabajadores, ¿quién nos va a ayudar, los ricos que explotan a los pobres? El bolsillo siempre dispuesto, también la solidaridad y consuelo ante un represaliado: «pobres padres, vamos a la manifestación de protesta», a veces también a algún funeral.

«Preparo el almuerzo que nos vamos a Bilbo. Que hay mani nacional». «¿A dónde vas? A parar las obras de la Autovía de Leizaran, nos toca al comité de Zizur». «Qué cabrones, han matado a un huelguista». «No puede ser. Solo saben detener jóvenes». Así hasta el final.

Nos ha dejado una luchadora, una mujer trabajadora. Una más de esa generación especial, que nació con la guerra y toda su vida ha tenido claro quién era de los nuestros.