Dalila Argueta y Pedro Ibarra
KOLABORAZIOA

La justicia en Honduras

Guapinol es una comunidad del Departamento de Colón de la Zona Norte de Honduras que se enfrenta al gran amenaza de la empresa extractiva de hierro Inversiones los Pinares. Desde 2018 las comunidades se organizaron y manifestaron para defender sus fuentes de agua en manifestaciones pacíficas enfrentándose a la violencia y amenazas por parte de sicarios pagados por la empresa.

Entre el 2018 a 2021 las comunidades Guapinol y sector San Pedro llevan exigiendo la libertad de ocho compañeros, defensores de la lucha en contra de estas empresas. El poder judicial por orden del Estado de Honduras emitió órdenes de captura contra los habitantes de estas dos comunidades, de los cuales trece en 2018 se presentaron voluntariamente para someterse a la investigación de los falsos delitos que los causaban. Tras once días en audiencias se logro que se defendieran en libertad. Otros ocho compañeros se presentaron también en setiembre de 2019 sometiéndose al mismo proceso. A ellos se les priva de su libertad. Movimientos hondureños e instituciones internacionales exigen que se les libere. Demandas inútiles. Llevan más de dos años en prisión sin una sola prueba ni testimonio que justifique tal medida. Se trata sin más de un secuestro decidido e impuesto en ultima instancia por el Gobierno hondureño, por el Estado de Juan Orlando Hernández, hoy afortunadamente sustituido por un líder de izquierdas. Ahora están siendo juzgados y, probablemente, serán condenados.

Y por supuesto la empresa sigue en marcha. Esta situada a lado de río Guapinol y a cien metros de la comunidades: la planta de óxido de hierro es la mas grande de Mesoamérica. En estos días se escuchan los impactos de dinamita en la altura de las montañas. O sea daños a la estructura de los hogares, sin olvidar la contaminación, despojo, muerte, intimidación, y desintegración familiar.

Reproducimos ahora el texto de un activista de Guapinol: «El fuego del amor trae esperanza y cambio, este amor hecho fuego debe quemar todas las estructuras del crimen organizado que han secuestrado al Estado hondureño. Por ahora nos mantenemos alerta, preparando el siguiente paso en la ruta que hemos asumido, llamando a todos los sectores, movimientos y organizaciones a unir los sueños y la lucha. Somos los de abajo, los excluidos y maltratados, somos la verdad ante la farsa del gran capital. Nuevas órdenes de captura pueden venir, todas las que quieran, sin orgullo y sin prepotencia, con la dignidad y el honor de quienes han encontrado la razón de vivir sin ataduras, chocaran contra la dignidad y la pasión por la vida en nuestro territorio, en nuestra hábitat. Habrá justicia, todos los responsables de esta criminalidad sobre una zona protegida parque nacional, los ríos y las aguas, el ambiente y la justicia, tendrán que responder, todas y todos».

Un relato de represión judicial que ejemplifica como el poder judicial esta al servicio del poder político que, a su vez, actúa al servicio del poder económico. Un relato que ejemplifica lo que pasa en Honduras. Describe la dramática situación en la que vive el pueblo hondureño. Una sociedad en la cual la represión es dura y arbitraria; sin ninguna norma que la justifique. Brutal represión incluidos, por supuesto, los asesinatos, que constituye lo habitual, lo establecido. Represión y muerte, especialmente sobre aquellos que se movilizan y luchan contra el sistema político. Especialmente, pero no sólo, comunidades campesinas, que, como en el caso de este juicio/farsa, luchan contra el establecimiento de proyectos económicos que destruyen su forma y condiciones de vida. Proyectos económicos que no sólo imponen sus estrategias al poder políticos, sino que sus empresas están penetradas por los mismos líderes políticos.

El dramático modelo hondureño es el modelo dominante en Centroamérica y en muchos otros países latinoamericanos. Regímenes políticos autoritarios sin ningún control a la hora de ejercer la represión. Extremas desigualdades sociales. Crecientes sectores de la población en imposibles condiciones de vida. Y añadido a este escenario… otro poder autoritario. El de las multinacionales que imponen con la ayuda del poder político proyectos económicos que destruyen comunidades y medioambiente.

Hace unos meses Josep Borrell, el responsable de política exterior de la Unión Europea, denunciaba el abandono de la UE. Decía que no estaba presente, no actuaba en Latinoamérica. Así es. Aunque quizá debía haber añadido que algunas poderosas instituciones europeas –nos referimos a grandes empresas europeas– sí están en Latinoamérica agravando la miseria y la injusticia en muchos pueblos y comunidades.

El relato de esta dramática situación nos lo cuenta Dalila. Dalila, que esta ahora con nosotros, es una defensora de derechos humanos hondureña que ha tenido que abandonar –la represión no cesa– su país. Dalila participa y vive en Basoa, espacio solidario en Arratia. Ella nos dice lo que pasa en su tierra. Y ella nos pide a todos que hagamos lo que sea posible para acabar con el drama de su tierra.