Irati Jimenez
Escritora
JOPUNTUA

Pacifismo

El 17 de febrero, fecha de su nacimiento, se celebra en Estados Unidos, el día de Martin Luther King Jr., un día festivo en el que, como decía esta semana el cómico Stephen Colbert, los estadounidenses, particularmente los blancos y muy particularmente los republicanos, honran la larga tradición de citar fuera de contexto y blanquear el legado político del Doctor King, un coloso moral cuyos fieros enfados suelo recordar cuando veo a alguien proclamarse pacifista para expresar su rechazo a cualquier forma de oposición política. Bien porque conlleva algún grado de violencia o bien porque revela algún grado de violencia.

Porque el colmo del pacifista de salón sin militancia que le respalde, es oponerse incluso a las formas no-violentas de lucha, como las que tuvieron lugar en Catalunya el 1 de octubre, juzgándolas como violentas porque tuvieron el mérito, como decía Malcolm X, de poner en evidencia la increíble violencia del opresor.

Ser pacifista es militar políticamente renunciando a determinadas formas de lucha para optar únicamente por las no-violentas, por consideraciones morales, religiosas, éticas o de eficacia política. Decir «por la paz, un Ave María» sin ofrecer ninguna alternativa a quienes creen que es necesario luchar para mejorar alguna injusticia social o un descontento colectivo, no es pacifismo, es connivencia con el orden, reacción y contrarrevolución.

Entiendo que pueda haber gente que se denomina pacifista porque no les gusta la violencia, pero les convendría revisar ese término porque les debemos un respeto a hombres como Martin Luther King Jr., porque «pacifismo» no significa lo que creen, porque al resto tampoco nos gusta la violencia y, sobre todo, porque hay pocas cosas en el mundo más violentas que el orden social, que se establece de manera violenta, violenta las conciencias para justificarse, se arma violentamente, y no solo se autoriza el violentísimo derecho de aplicar toda la violencia que le parezca necesaria sino que considera justificada toda la violencia que haya considerado necesaria.