Más allá de cualquier comparativa con  Christopher Nolan y su trilogía “El caballero oscuro”, en la propuesta firmada por Matt Reeves lo que queda clara es su intención por aunar los orígenes del personaje, en su vertiente detectivesca, y el punto de inflexión que supusieron las viñetas de Frank Miller en su referencial “El regreso del caballero oscuro”. Eso en lo relativo a las fuentes comiqueras porque, en su faceta cinematográfica, la película transita por las inquietudes visuales que nos legó David Fincher en “Seven”. De todo ello sale como resultado un filme monumental cuyos desequilibrios constantes enriquecen aún más la dualidad compleja que comparten Bruce Wayne y el justiciero nocturno. En clave de thriller sicológico, el filme también se envuelve de un aspecto de cine negro clásico, sobre todo en  la descripción de la siempre caótica y oscura Gotham City, y en el recurso de la voz en off que emparenta el filme de Reeves con  “Chinatown”.

A partir de su fiero arranque, el filme se activa como un mecanismo siniestro ejecutado por un Enigma –excelente interpretación a cargo de Paul Dano– cuyo objetivo objetivo es colocar ante su espejo al torturado protagonista y lo que sigue a continuación es un entretenido espectáculo que no decae en sus tres horas de duración, lo cual dice mucho en beneficio de un director que logra cautivar al espectador mediante una galería de personajes tan singulares como inquietantes y que tiene en la gran química que se establece entre Selina Kyle/Cat- woman –Zoe Kravitz– y Bruce Wayne/Batman –Robert Pattinson–, uno de sus grandes logros. A todo ello habría que sumar que, a pesar de ser un filme enclavado en el cine de acción, no cuenta con excesivas secuencias espectaculares. Al igual que ocurriera con “Joker” de Todd Phillips, aguardamos la prolongación de los puntos suspensivos que es este “The Batman”.