MIREN EXPÓSITO
GUTUNAK

La salud, al garete

Hace años, demasiados años, que en mi vida empezó una pesadilla llamada cáncer. Mi aita, con 45 años, tuvo su primer cáncer y yo tenía siete años, una cría. Criarme entre la Clínica San Sebastián, Basurto y los últimos años en Cruces no se lo deseo a nadie.

En la actualidad tengo 39 años. Desde el 5 de noviembre de 2018 mi aita lleva casi sin salir de Cruces y yo también, claro. En los últimos años he visto como el sistema de Osakidetza deja mucho que desear, y yo no me voy a quejar del personal que muchas veces hacen lo que pueden porque no dan abasto. Me quejo en esta carta de la gerencia del Hospital Universitario de Cruces, que deja mucho que desear.

Cada vez hay menos personal en cada planta trabajando, cada vez menos personal en Urgencias, en evolución... Pero cada vez hay más enfermos, porque hay una enfermedad llamada cáncer que durante la pandemia ha sido la gran olvidada. Para poneros un ejemplo: ¿cómo es posible que en el turno de la noche en la planta de Urología haya dos enfermeras para 48 pacientes? ¿Cómo es posible que los fines de semana y festivos haya menos auxiliares, menos enfermeras durante el día? Si los enfermos son los mismos que un día laborable, ¿eso quién lo entiende?

En el ingreso de primeros de febrero mi aita tenía frío y no había mantas en Cruces. ¿Cómo no hay mantas en un hospital conocido en todo el Estado español? Y no pasó sólo un día, sino varios. Una vergüenza.

El 17 de febrero le operaron en dicho hospital y gracias al equipo quirúrgico que es una maravilla salió todo bien, ahora toca esperar la biopsia.

Se acerca el alta, me entero de la existencia de las residencias sociosanitarias en la calle porque nunca nadie me lo ha comentado en ningún hospital. Hago los trámites para solicitarla y a una persona de 77 años con todo el muslo cosido, más un montón de puntos, una movilidad reducida, con un grado de dependencia recibo un resultado desfavorable, la trabajadora social de Cruces realiza el recurso y otro resultado desfavorable.

Su patología no es como para necesitar una residencia, y claro me tiene a mí, ¿no? Nadie de la Diputación me ha preguntado si mi casa está adecuada para cuidarle o no.

El pasado jueves le dieron el alta en el hospital, gracias a la uróloga que me permitió un día más de ingreso para limpiar mi casa, ya que durante las dos últimas semanas he estado allí metida muchas horas.

A día de hoy, mi aita de 77 años esta en mi casa, con mis dos hijas de dos y siete años. Me parece una vergüenza todo este sistema y como se está privatizando todo. Si tienes dinero estarás bien atendido y si no lo tienes, búscate la vida.