La bella y la bestia ante el espejo de internet

Mamoru Hosoda vueve a deslumbrar en los territorios de la animación con su obra más intensa y telúrica. La convivencia entre lo viejo y lo nuevo, una de las grandes constantes temáticas del cine japonés, adquiere una dimensión muy interesante en este cuento de corte futurista que podría transcurrir en la actualidad. La tecnología ejerce como eje central de una obra desasosegadora que aborda cuestiones como el ciberacoso, la cultura narcisista que se nutre de la constante exhibición virtual y la cultura del odio que recorre la red de redes como una mecha de pólvora prendida. De todo ello se habla en una historia que requiere una mirada al pasado porque los temas enumerados con anterioridad provienen de algo que nació mucho antes que internet y que es lindante a los problemas de identidad que siempre han acompañado al ser humano. El filme arranca con una joven que tras el fallecimiento de su madre convive con su padre de manera bastante distanciada, su único refugio lo encuentra en los territorios de lo virtual, en un mundo que le permite adoptar una nueva personalidad a través de un avatar.
Básicamente lo que ha creado el autor de piezas tan fascinantes como “Minari, mi hermana pequeña” es dar rienda suelta a su imaginación a la hora de crear un universo en el que todo es posible y en el que se entrecruzan múltiples historias y personajes.
Todo ello da como un resultado un bestiario muy atractivo en el que la poesía y el drama cohabitan en un encandenado de secuencias elaboradas con brío y en las que topamos con la énesima lectura de “La bella y la bestia”. Visualmente impactante y colorida, “Belle” incide en la vertiente oscura que siempre se intuye en los cuentos y aporta una visión descarnada de las identidades fracturadas que conviven al otro lado del espejo de internet.
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