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Las víctimas de la tortura reciben el respaldo de intelectuales navarros

La manifestación del próximo día 25 convocada por la Red de personas torturadas de Nafarroa, en la que se reclamará reconocimiento, reparación y garantías de no repetición, ha recibido el respaldo de un primer grupo de intelectuales. A través de un manifiesto, artistas y escritores hacen suyos los argumentos que se esgrimieron hace 40 años.

Entre los primeros nombres del mundo de la cultura que han dado un paso en favor de la Red de personas torturadas de Nafarroa se encuentran cineastas y actrices como Montxo Armendáriz, Aitor Merino y Laura Villanueva; escritores como Irati Jiménez y Aingeru Epaltza; la escultora Dora Salazar, el artista performativo Abel Azcona, el arquitecto Santos Bregaña, la cantante la Furia y la bertsolari Saioa Alkaiza. Su manifiesto, además, sigue abierto a nuevos firmantes.

La particularidad del escrito con el que estos referentes de la cultura en Nafarroa se adhieren a la marcha del día 25 en apoyo a las víctimas de la tortura es que hacen suyos argumentos que, en 1983, un grupo de intelectuales envió al Gobierno español pidiéndole el cese de los malos tratos.

Aquella «Propuesta estabilizadora contra la tortura» de hace casi 40 años fue impulsada entre otros por José Luis López Aranguren, Carlos Castilla del Pino, Gonzalo Martínez-Fresneda, José María Mohedano, Marc Pamés, José Ramón Recalde, Rafael Sánchez Ferlosio y Fernando Savater. Venía a ser una suerte de ultimátum de 70 días para que el Gobierno aboliera la práctica de la tortura por parte de sus policías y fuerzas armadas.

En dicha propuesta enviada al Gobierno de Felipe González, suscribían la necesidad de la abolición porque «la tortura, esto es, la sistemática violación de una persona en situación indefensa por medio de la intimidación violenta y dolorosa, se haga en nombre de los valores o de las coartadas ideológicas que fueren, es siempre una práctica abominable, no sólo desde una determinada perspectiva política, sino desde la simple dignidad humana».

Tras vencer el plazo fijado, en el que entendían que se podía haber atajado la lacra «por medio de la adopción de medidas relativamente sencillas e inmediatas», los firmantes de 1983 escribieron un nuevo comunicado, titulado “70 días y 70 veces”, en repulsa no ya de los tormentos, sino de la inacción del Gobierno y conjurándose para seguir denunciando cada caso.

En el actual manifiesto de personalidades de la cultura inspirado en aquel, los intelectuales que respaldan la movilización del día 25 en apoyo a todas las víctimas de la tortura demandan «una investigación oficial, profesional e independiente, que esclarezca cuántas víctimas de tortura han existido en Navarra durante las seis últimas décadas, como primer paso para establecer mecanismos para el reconocimiento y reparación de esas personas».

El cierre del texto de adhesión a la marcha del día 25 lanza, a su vez, un mensaje en perspectiva histórica. «Ya que en el pasado no fuimos capaces de evitar la indignidad de la tortura, que las generaciones venideras no se pregunten dentro de medio siglo cómo no levantamos la voz ante esta indecencia, qué nos impedía empatizar con este atroz sufrimiento y, en definitiva, por qué renunciamos al más hermoso de los horizontes humanos».

Además del manifiesto, a lo largo de este lunes se hará público un vídeo en el que varios firmantes revelan otros motivos, de carácter personal, para respaldar a las víctimas de la tortura. Entre ellos, Aitor Merino afirma que fue detenido por error junto a un amigo para el que la policía no tenía orden de búsqueda en el año 2000. En su detención, el actor dice haber sufrido «malos tratos» que denunció ante el juzgado. Sin embargo, pese a haber parte de lesiones, su denuncia se archivó.

La escritora Irati Jiménez, por su parte, asegura que de haberse echo caso al escrito de 1983, su madre no habría tenido que decir a la policía que no entraran en su cuatro «el día que se llevaron a mi padre» a principios de los 80. El padre de Jiménez permaneció cinco días incomunicado y luego salió sin cargos. Además, la escritora recuerda que su pareja pasó «tres días en comisaría, siete en el hospital y nueve incomunicado».