Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Cinco lobitos»

Hija de ida y vuelta

Películas como “Baby”, de Juanma Bajo Ulloa; “Ama” de Julia De Paz Solvas y “Madres paralelas”, de Pedro Almodóvar”; “Petite Maman”, de Céline Sciamma y “La hija oscura”, de Maggie Gyllenhaal, son solo alguna muestras recientes en las que se ha abordado, desde una perspectiva valiente y novedosa, el rol materno.

En su debut en el formato largo, Alauda Ruiz de Azúa se descubre como una directora que sabe pulsar con acierto las emociones y que se desenvuelve a la perfección en las distancias cortas. “Cinco lobitos” se nos descubre como un relato de iniciación y descubrimientos que tiene como protagonista a una hija que ha sido madre y de la imperfección que conlleva serlo; porque la perfección, además de sobrecoger, es opuesta a la propia esencia del ser humano.

Se trata de un drama íntimo en el que topamos con una joven que acaba de ser madre por primera vez y no sabe muy bien cómo serlo. Al ausentarse su pareja por trabajo unas semanas, decide volver a casa de sus padres, en una pequeña localidad costera de Euskal Herria, y así compartir la responsabilidad de cuidar a su bebé.

A partir de ese arranque, la trama capta con precisión las dudas y miedos que experimenta la protagonista. A lo largo del metraje asoma una sola cuestión: ¿cuándo dejamos de ser hijos?

Y entre las respuestas que topamos a lo largo del filme adquiere especial importancia la que nos descubre que, en realidad, la madre es una hija de ida y vuelta. Laia Costa, Susi Sánchez, Ramón Barea y Mikel Bustamante conforman el excelente cuarteto que dota de sentido a una historia teñida de sutilezas, diálogos que fluyen de forma natural y que son captados por una cámara muy precisa en su elección de los ángulos. La película se aleja de los idealismos relacionados con el rol materno y profundiza, sin dramatismo, en la fuerte carga emocional que ello conlleva.