Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «EL LEOPARDO DE LAS NIEVES»

El fantasma de las montañas del Tibet

Ahora que la mayoría de documentales sobre la naturaleza se hacen para la televisión, se agradece que se estrenen películas etnográficas para ser vistas en la pantalla grande. Y lo mejor de todo es que el público ha conectado con sus imágenes divulgativas, batiendo el récord del género en el mercado francófono con más de 600.000 espectadores. Estamos hablando de un espectáculo único, tanto por su plasticidad audiovisual como por la importancia de su mensaje conservacionista.

El leopardo de las nieves es presentado como el Santo Grial del naturalismo, y no es para menos. La pareja expedicionaria que protagoniza la película, formada por el fotógrafo Vincent Munier y el escritor de viajes Sylvain Tesson, establece un diálogo con la vida salvaje que les lleva a plantearse numerosas preguntas sobre la intervención del elemento humano en el medio ambiente más allá de la actitud meramente contemplativa. Porque, a pesar de que haya mucho de observación, la filosofía del acecho es presentada como una búsqueda cuasimística, ya que la presa a la que se sigue representa la libertad dentro de un territorio vedado e inexpugnable. La ascensión a las altas montañas del Tibet supone un esfuerzo titánico por captar al gran felino asiático en su hábitat, si bien por el camino avistan las otras especies con las que convive, como son el yak salvaje o el pequeño colirrojo tizón.

La denominación de “fantasma” le viene a nuestro leopardo por su capacidad para camuflarse con el entorno rocoso, pasando totalmente desapercibido a los ojos no experimentados. Pero ni eso ni su adaptación a las temperaturas de menos 20 grados garantizan su supervivencia, con un preocupante descenso poblacional que le sitúa en pelígro de extinción y le convierte en una especie rara.