Raimundo FITERO
DE REOJO

Entre jueces y jurados

Los legos miramos a los juzgados con temor. Pero en nuestra cotidianeidad convivimos con un lenguaje judicializado que puede crear disfunciones que alteren la convivencia y la noción de casi todo. Las togas de partido son uno de los graves problemas existentes en el deterioro de la concepción de la democracia. El uso estratégico de los demandantes de los jueces propensos a admitir a trámite las demandas, es una cuestión que se ha visto confirmada con las últimas escuchas, y abunda en la idea de que hay una caterva de jueces al servicio de los interés de la parte más reaccionaria del arco político. Acaban de archivar una demanda presentada por una organización vinculada a la extrema derecha contra Ada Colau. Es la número once que cumple todo el programa: acusación extraña, publicidad mediática, deterioro de la imagen de Colau y archivo que se informa de manera reducida o se invisibiliza. Es un auténtico complot, aunque se debe entender que el archivo lo dicta la fiscalía, por lo que entramos en otro matiz. El daño se hace al admitir a trámite la acusación falsa. Con Podemos ha sido una constante obsesiva, con los mismos y reiterados resultados de archivo de las causas después del escarnio mediático ejercido. Causa perplejidad ver a la presidenta del Parlament Catalá, Laura Borrás, que va a ser juzgada por asuntos de mal uso de los dineros públicos, pedir que sea juzgada por un jurado popular. Me produce una sensación insufrible de toxicidad. ¿Se puede elegir jurado popular o está tasado su uso? ¿Qué garantías añade el jurado ante una política destacada? Esto me suena a tic televisivo.