Aritz INTXUSTA
DERECHOS LABORALES

¿Puedes negarte a trabajar por el calor?

Las sucesivas olas de calor vinculadas al cambio climático afectan a las condiciones laborales. Pueden acarrear, de hecho, la muerte de trabajadores. La problemática aparece regulada en la normativa de prevención, pero hace falta como mínimo conseguir que se aplique. Y la persistencia del calor abrirá nuevas luchas sindicales.

En Andalucía ya existen convenios sectoriales que implican modificación de horarios para eludir las horas con más calor en trabajos a la intemperie.  texto asignado: En Andalucía ya existen convenio
En Andalucía ya existen convenios sectoriales que implican modificación de horarios para eludir las horas con más calor en trabajos a la intemperie. texto asignado: En Andalucía ya existen convenio (GETTY)

Sin rodeos. La respuesta a la pregunta que abre este reportaje, a si puedes negarte a trabajar por el calor, es que sí, siempre que el calor sea tan fuerte que conlleve un riesgo grave e inminente para tu salud. Y además, la ley dice que esta negativa a trabajar no podrá ser castigada por el empresario. Despejada la incógnita -bastaba con leer el artículo 21 de la Ley de Prevención de 1995- todo lo demás lo dedicaremos a exponer los «peros» que, en la práctica, pueden ponerse a esta respuesta.

En la década de los 90 se importó legislación europea para regular la seguridad laboral. Se trata de normas bien lanzadas y con soporte científico, discriminando las actividades sedentarias y las que requieren de un plus físico. No se contempla, además, el calor únicamente a partir de la temperatura, dado que el cuerpo responde en función de la sensación térmica y ahí influye la humedad. Así, la adecuación de un espacio laboral debe basarse en mediciones termohigrométricas (temperatura más humedad) y no fijando un máximo en el aire acondicionado.

A falta de termohigrómetro, existen tablas que indican cómo influye esta humedad. Si un termómetro marca 27 grados en Iruñea o Gasteiz, con una humedad relativa de 60% para abajo, se acercará bastante a la sensación térmica (27º-28º). Esa misma temperatura en Donostia, donde la humedad andará por el 90%, se sentirá como 31º. Y cada grado que suba el termómetro, agudizará el efecto de una humedad alta (29º, con un 85-90% de humedad, se sienten como 37º).

Sin embargo, la normativa intenta que no se llegue al extremo de que un trabajador pare de trabajar temiendo por su vida. Formalmente, la ley dictamina que la responsabilidad recae en el empresario, que debe garantizar que la tarea se cumpla con riesgo mínimo. Y, en la práctica, la norma reserva un papel trascendental para los sindicatos.

En una obra, con el sol martilleando y manejo de material pesado, ante el riesgo de sufrir un accidente debería ser el empresario quien reaccionara. Si no lo hace, es el comité de empresa quien debe plantarse y parar el tajo. Y, en caso de que no pueda reunirse y tomar esta decisión, la tarea recae en la mayoría de los delegados de prevención.

De esta manera, la forma más adecuada para no trabajar bajo condiciones de calor inaceptables pasa por acudir al delegado de prevención y que la pare para todos o los que se vean más afectados por sus condiciones físicas.

«Un delegado de prevención debe entender que puede haber riesgo vital si las medidas adoptadas contra el calor, contra la sensación térmica, resultan insuficientes. Si es así, hay que parar el trabajo. Y hay que trasladar el incidente a Inspección», comenta Inko Iriarte, responsable de Prevención de LAB.

Por su parte, el sindicato ELA ha enviado estos días una hoja informativa a sus afiliados marcándoles cómo actuar ante el calor sofocante. Según esta pauta, habría que activar la respuesta desde que se notara el «disconfort térmico». Si el calor sobrepasa las horquillas legales de sensación térmica (17º-27º grados para actividades sedentarias, 14º-25º para las físicas ligeras) hay que demandar que se ponga remedio (habilitar pausas, rotaciones, mejor climatización, ropa adecuada, proveer de bebidas refrescantes...).

 

LAS LUCHAS QUE SE ABREN

«Es cierto que la normativa habla de forma muy general y que todo es muy abierto. Pero, a su vez, lo dice todo. Y esto es lo más positivo. Si yo trabajo en la calle y hace excesivo calor, la ley dice que algo hay que hacer. Pues estupendo, vamos a establecer un protocolo. Ahí es donde ha de situarse la pelea ahora. Ese protocolo tendrá que ver los riesgos de cada puesto y tomar decisiones. La empresa, junto con los delegados de prevención, debe sentarse, reunirse y evitar cualquier riesgo», afirma Leire Heredia, experta en Prevención de ELA.

La legislación actual es más precisa sobre dónde arranca el disconfort térmico -o al menos, se aplica más y mejor- para los lugares de trabajo cerrados. Sin embargo, la proliferación y la dureza de las olas de calor necesariamente empujarán a hacer cambios. En otros lugares, como es el caso de Andalucía, se han llevado a cabo con éxito luchas que comienzan ahora a despertar interés aquí. En especial, sus acuerdos sectoriales para que en la construcción se adapten horarios para no trabajar en las horas más calientes del día.

Pero Euskal Herria tampoco es ajena a las luchas de obreros contra el calor, por lo que no solo habría que buscar referentes fuera. En Nafarroa están pautadas pausas dentro de la planta de Volkswagen de mayor o menor duración y con mayor o menor frecuencia según la temperatura que indica el mercurio. Y qué decir de los Altos Hornos y las siderúrgicas. La experiencia acumulada dentro de las grandes fábricas en nada queda invalidada ahora que el calor sacude de estas maneras a la intemperie. Si bien, debido la fragmentación de las empresas constructoras en complejos tejidos de subcontratas, las acciones más eficaces pasan necesariamente por convenios sectoriales como el citado de Andalucía.

«¿Por qué aspirar a que determinados trabajos, en situaciones de alerta por calor extremo, se paren por completo? Pienso, por ejemplo, en poda en altura o similares, pero hay muchos más. Si estas olas de calor son lo que nos viene, adelante con ello, hagamos un listado. Veamos que hay que protocolizar y qué hay, directamente, que parar del todo», sostiene Heredia.

 

MÁS LEYES QUE MEDIOS

Desde LAB son muy críticos con los medios que dispone la administración para hacer que estas medidas de prevención se cumplan por parte de las empresas. «A veces me queda la sensación de que, una vez hecha la ley, lo que se implementó es toda una maquinaria para que no se cumpla», comenta Iriarte.

Sus quejas se dirigen a Inspección de Trabajo y hacia Osalan, a la que Iriarte acusa de «no sancionar porque no quiere». El responsable de LAB afirma que tienen que llegar en menos de 24 horas cuando se activa en un puesto una fábrica o un tajo un procedimiento para pararlo y revisar que se actuó correctamente y -¿por qué no?- sancionar al empresario que empujaba a seguir adelante sin condiciones de seguridad. «Al final, no vienen porque no tienen gente ni medios».

La especialista de ELA comparte la tesis. «No hay dotación suficiente de inspectores. Por eso, donde no hay delegados de prevención o un trabajador no asume este papel, estás bastante vendido». Pero puede que ampliar el cuerpo de inspectores no resuelva el problema. GARA ha dado con uno de estos profesionales jubilado que, bajo condición de anonimato, ha expuesto lo siguiente. «En Nafarroa se hacen en torno a 1.600 inspecciones al año a empresas de la construcción. Y sigue siendo el sector con más accidentes. Sucede así porque solo miramos que cumplan con las medidas materiales: el casco, el arnés... Y eso nos hace poco eficaces. No podemos mirar subcontratas, ni la precariedad, ni cuántas horas se lleva en el tajo, ni la velocidad a la que se trabaja. Acabar con la precarización sí que haría que la normativa para el calor se cumpliera. Y eso exige sindicatos fuertes».