Isidro ESNAOLA

Una nueva tormenta perfecta afecta a la cosecha de miel

Con mal tiempo no hay flores y sin flores las abejas no pueden elaborar miel ni sobrevivir. No es la única circunstancia que afecta de forma negativa a la apicultura y cuya consecuencia será la subida del precio de su producto más apreciado: la miel.

Abejas acarrean polen en los saquitos de sus patas hasta la colmena.
Abejas acarrean polen en los saquitos de sus patas hasta la colmena. (GARA)

Los apicultores alaveses lanzaron la voz de alarma cuando calificaron de «nefasta» la actual campaña. Begoña Díaz de la Presa y Samuel Etxebarria, representantes de la asociación de apicultores y apicultoras de Araba, Apial, dijeron que prevén recoger la mitad de miel que otros años. Un pronóstico similar al que días antes realizaron los apicultores del Estado español.

Menos optimista es el veterinario de la Asociación de Apicultores de Navarra (Apidena), Eduardo Pérez de Obanos, que estima que será todavía menor. En la vertiente cantábrica del país, sin embargo, la percepción no es tan mala. Bidatz Sasiain, técnica de Gipuzkoako Erlezain Elkartea, señala que los apicultores de este herrialde no son tan pesimistas, creen que la cantidad de miel será como la de los últimos años. También es cierto que la producción de miel por colmena suele ser, en general, menor que en el sur del país.

EL AÑO EMPEZÓ MAL

Una helada tardía en Nafarroa, a principios de abril, estropeó la floración de la acacia, uno de los principales néctares que utilizan las abejas locales para la producción de miel. Las elevadas temperaturas durante la primavera hizo que la floración de muchas otras plantas también se resintiera y la sequía veraniega ha terminado quemando la vegetación. Pérez de Obanos señala que apenas queda brezo, una planta que florece en otoño, gracias a la cual las colmenas pueden completar sus reservas de miel para pasar el invierno. Sin suficientes provisiones, los apicultores se verán obligados a alimentar las colmenas.

La ausencia de flores también significa una menor cantidad de polen, otro producto de las colmenas que se puede comercializar, pero cuya importancia radica en que es la principal fuente de proteínas de las abejas. Y sin proteínas se reduce la cantidad de crías, los que debilita la potencia del enjambre y, en consecuencia, también su capacidad para sobrevivir. De hecho, los representantes de Apial subrayaron que, en el presente año, «con mantener vivos a los animales nos damos por satisfechos».

AL MAL TIEMPO SE SUMAN LOS PARÁSITOS

Desgraciadamente las abejas también sufren el ataque de un parásito: la varroa. Un ácaro que se fija en el cuerpo de las abejas y se alimenta de las larvas, provocando que muchas obreras nazcan inviables o simplemente mueran antes de nacer. Para mantener bajo control a la varroa se utilizan diversos métodos y obligatoriamente, todos los años, las colmenas se tratan con un medicamento que elimina ese ácaro.

Al parecer, el empleado durante la última campaña no fue todo lo efectivo que se podía esperar, según explicaron los apicultores alaveses. Calculan que, por esta razón, en Araba se ha perdido este año alrededor del 50% de las 11.000 colmenas censadas. En el resto de territorios parece que el referido medicamento ha funcionado algo mejor.

Y A LOS ÁCAROS SE AÑADEN LAS PLAGAS

Pérez de Obanos señala que el calor y la sequía también han afectado a la cantidad de insectos. Al haber muchos enjambres controlados se puede seguir la evolución de las abejas; sin embargo, es mucho más difícil observar el estado y la evolución de otras especies. Una señal de escasez es que las avispas -sobre todo las asiáticas- han aparecido mucho antes y en gran número alrededor de las colmenas, donde saben que pueden hallar alimento. Así, la presión sobre unas colmenas ya debilitadas es mucho mayor. Pérez de Obanos lo resume de manera precisa: «Nos enfrentamos a la tormenta perfecta».

La reducción de insectos es más general y no solo consecuencia del mal tiempo. Un reciente artículo publicado en la revista “Biological Conservation” concluye que más del 40% de las especies de insectos están en peligro de extinción. Los investigadores dicen que la pérdida de hábitat por la presión de la agricultura intensiva es la principal causa. También apunta los contaminantes agroquímicos, las especies invasoras y el cambio climático. La tendencia es mucho más general, aunque poco visible.

Esa disminución mermará la polinización de las plantas, lo que provocará, a su vez, una disminución de las cosechas.

¿Y LA MIEL?

Todo apunta a que este año la cosecha de miel será bastante menor. Cabe esperar, por tanto, que los precios suban. Sin embargo, no es el único elemento que presiona el precio de la miel al alza. Alimentar las colmenas aumenta los gastos de los apicultores. También ha subido el precio de otros insumos, como la gasolina, necesaria para acceder a los colmenares y transportar material.

Sasiain indica que este año hasta los botes de vidrio para envasar la miel escasean. De hecho, no han encontrado en el mercado los que se utilizan normalmente que llevan una cenefa de celdillas hexagonales. Posiblemente no se hayan fabricado debido al elevado precio de la luz.

La gran mayoría de apicultores de Euskal Herria son aficionados, posiblemente los profesionales no lleguen ni al 5%. Para estos, la situación puede llegar a ser muy complicada; para los apicultores aficionados, no será tan dramática, ya que tampoco realizan grandes inversiones. Son más resilientes cuando vienen mal dadas. Aunque también puede que algunos de ellos esté tentado a dejarlo todo: tanto trabajo para no sacar prácticamente nada.