Koldo LANDALUZE
DONOSTIA
CRÍTICA «42 SEGUNDOS»

Catarsis en una piscina olímpica

Cada vez que asoma en la pantalla la frase “Basado en un caso real”, se reactiva nuestra suspicacia, la cual aumental o se diluye a medida que avanza un metraje que siempre se coje con pinzas. En este caso, la suspicacia no desaparece, sino que aumenta a medida que los personajes comparten diálogos que, en muchos casos, suenan tan reiterantes como artificiosos.

Reconozco mi total desconocimiento sobre el waterpolo, un deporte tan minoritario que, por obra y arte de lo que acontenció en las olimpiadas de Barcelona 92, adquirió una gran relevancia que los medios estatales transformaron en épica deportiva.

Dani de la Orden y Álex Murrull se han repartido las labores de dirección en un proyecto que deja entrever demasiadas cosas y centra su interés en los encuentros y desencuentros que protagonizaron los líderes de las dos “facciones” que coincidieron en una piscina en representación de la selección estatal.

Manel Estiarte -Álvaro Cervantes- fue el representante más visible de la “rama catalana”, hasta entonces, vivero casi único de una selección a la que nadie daba excesiva pompa. A su lado, se encontraba Pedro García Aguado -Jaime Lorente-, la voz cantante de la rama “madrileña” que llegó de la mano del seleccionador yugoslavo Dragan Matutinovic, cuyo país se encontraba en guerra por entonces y cuya irrupción en este microcosmo de waterpolo se tradujo en una ruptura de jerarquías que convirtió al vestuario en un polvorín.

La política y la sociedad de la época quedan reflejadas en las conductas de catalanes y madrileños en un crescendo en el que, finalmente y tal y como ocurre en este tipo de proyectos, se prioriza la superación personal y se esboza un mensaje de unidad muy cogido con pinzas.