Txaro MARQUÍNEZ, Xabier MONREAL*
Zaintza Babesten
KOLABORAZIOA

Clamor en las calles

La realidad de los cuidados es muy cruda. La pandemia hizo visible algo que era una realidad, desde hace muchos años, en las residencias. Los cuidados no eran, ni son, de la calidad que deberían ser. Lo mismo ocurre con todo lo relacionado con los cuidados, tanto en casa como fuera de ella.

Las administraciones, haciendo dejación de sus funciones, están permitiendo que el deterioro de los cuidados y la precariedad de las condiciones laborales crucen todas las líneas rojas imaginables.

Se les ha llenado la boca diciendo que protegen a los más vulnerables. Cuanta falsedad. Quienes lo dieron todo por una sociedad más justa, lucharon por mejoras sociales, por un sistema público que cubriera las necesidades de todos, están siendo ninguneados.

Lejos de corregir esta situación, llevan meses haciendo campañas propagandísticas para vender el cambio del modelo de cuidados. Son campañas que coinciden en el tiempo y contenido en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa. Siguen dando pasos hacia la privatización de todo aquello que tenga que ver con los cuidados, sin hacer seguimiento alguno sobre la atención que se da en las residencias privadas y o concertadas. Qué decir de la ayuda a domicilio y de las condiciones laborales de las trabajadoras.

El relato de familiares y usuarios de residencias es muy largo y muy duro. Plantillas insuficientes, con personal multifunciones. Auxiliares que limpian la residencia, ponen las lavadoras, colocan las prendas en los armarios, hacen funciones de enfermería, asean y alimentan a los residentes. Trabajadoras que si exigen más plantilla, encuentran el despido como respuesta. Trabajadoras que firman en sus contratos confidencialidad y que si trasladan a los familiares la imposibilidad de dar unos buenos cuidados, el despido es la solución.

La situación de los familiares no es mejor. Cuando se exige que se cumpla con las condiciones ofertadas cuando se firma el contrato, se trasladan las deficiencias por la insuficiencia de plantilla, y/o deficiencias en los cuidados, la respuesta es invitación, en el mejor de los casos, a llevarse al familiar. Amenazas veladas, intentos de desprestigio ante trabajadoras y resto de familiares, son consecuencias habituales. Somos muchos los familiares que, a pesar de que emocionalmente sea agotador estar diariamente pidiendo cuidados dignos y de calidad, no lo vamos a dejar de hacer.

Es necesario un aumento de las plantillas; inspecciones reales e independientes, que verifiquen la atención que se da en las residencias; participación de los familiares en los cuidados; residencias públicas para que quien así lo desee, opte a ellas; no potenciar que gestores sin escrúpulos, sigan lucrándose a costa de mala calidad de cuidados y condiciones laborales precarias.

El día 17 de septiembre, representantes de la federación Zaintza Babesten EHE, que agrupa a las asociaciones Babestu Araba, Babestu Bizkaia, Gipuzkoako senideak e Irauli Zaintza, acudimos a Madrid, como miembros de la plataforma estatal de organizaciones de familiares y usuarios de residencias, para ser el altavoz de quienes lo dieron todo por nosotros y para exigir una vida digna. Lo haremos en Madrid, y lo seguiremos haciendo en las calles de Euskal Herria.

El derecho a una vida digna, a unos cuidados públicos y de calidad nos concierne a toda la sociedad. Hoy son ellos, mañana serás tú.

*Firmantes: Txaro Marquínez, Xabier Monreal, Marixa Diaz de Arkaia, Iraide Urriz, Beatriz Martinez, Xanti Ugarte, Nekane Saenz de Cabezon y Guillermo Perea