Txus PÉREZ ARTUCH
KOLABORAZIOA

La dignidad de Mariano

Si hace apenas un par de semanas destacaba que la juventud europea, es general, conforma un elitismo al alcance de muy pocos, hoy, me focalizo sin preverlo, en el otro lado de la balanza.

Seguramente lo hayan escuchado, o quizá no (https://www.youtube.com/watch?v=C6eS_psIx5M), comprobada la fugacidad/desinterés que nos pueden llegar a aportar según qué informaciones. Les hablo del discurso leído a la corporación de un municipio de la Comunidad de Madrid por Mariano Turégano García, un octogenario residente en una «casa de reposo». Folio en mano, boca liberada de la mascarilla que mantiene en la barbilla, Mariano espeta a través de su directo rapapolvos ni más ni menos que la realidad en la que vive junto a sus compañeros y compañeras de residencia, y que será, en no tanto tiempo, el presente de los que le escuchan. Les dice, en voz propia y en representación de aquellas personas que perdieron sus facultades cognitivas de los cuales se aprovechan para tapar negligencias (como dato en la semana del Alzheimer: 800.000 personas lo padecen en el Estado español) que: en muchas ocasiones la comida es deleznable, su privacidad queda reducida al absurdo, el insoportable calor sufrido en las habitaciones este verano, los numerosos casos de deshidratación acontecidos, los compromisos adoptados a la espera de cumplirse, las condiciones miserables de los y las cuidadoras y su proporcional consecuencia en la desatención de las personas residentes. En un instante se le entrecorta la voz por la emoción de recordar tiempos pretéritos y sus luchas por privilegios que «peleamos, no para nosotros, sino para ustedes». Estoy seguro que, en otra condición, y manteniendo intacta su educación, hubiese agarrado de la solapa a más de uno para desempolvarle la comodidad de su asiento consistorial.

Desde la OMS, nos dicen que el edadismo (discriminación por motivos de edad), hoy día, es más común que el racismo y el sexismo, y además de todo ello, está del todo normalizado.

Mariano cerró su desahogo a viva voz con lo insólito que le resultaba el hecho de pedir vivir con dignidad, y que todo eso que había reclamado lo hacía por él y los suyos, pero también por «ustedes», refiriéndose a aquel ayuntamiento en particular y a la sociedad en general.

Revisando datos, tanto en Nafarroa-Euskadi/España/Europa, una de cada cinco personas superan los 65 años. Solo en el Estado, 270.000 de ellas viven en residencias.

Tras vivir una experiencia similar muy de cerca, sé que yo no quiero acabar mis días en uno de esos lugares. Para mí es algo muy parecido a una cárcel (habiendo visitado también ese otro agujero). Bien es verdad que llegado el momento las circunstancias dictan en la vida de cada uno, pero poder ser dueños de nuestras vidas y mantenerlas dignas lo considero un derecho irre