Amaia EREÑAGA
DONOSTIA
ZINEMALDIA 2022

La memoria Negu Gorriak regresa de forma atronadora al Velódromo

Se sabía que iba a estar lleno, 3.000 personas y aforo completo desde hacía días; también que iba a ser un reencuentro emocionante con un grupo histórico, Negu Gorriak, y una época crucial: la de los 80-90. El estreno anoche de «Black is Beltza II: Ainhoa» se convirtió en el acontecimiento más popular, más atronador y más emocionante de esta edición de Zinemaldia.

Fermin Muguruza y parte del equipo del filme, en el popular y emocionante estreno de anoche.
Fermin Muguruza y parte del equipo del filme, en el popular y emocionante estreno de anoche. (Jagoba MANTEROLA | FOKU)

La máquina del tiempo a veces funciona a través de una pantalla. En este caso, una gigante: la del Velódromo. Anoche, muchos y muchas de quienes acudieron al estreno de “Black is Beltza II: Ainhoa”, la segunda entrega del proyecto de animación multidisciplinar comandado por Fermin Muguruza, vieron retratados unos años cruciales en la historia de Euskal Herria, los años 80-90. Para muchos, unos años que marcaron su historia personal, la de su juventud. Porque muchos y muchas de los que acudieron al estreno estuvieron también en este Velódromo hace 21 años, en alguno de los dos conciertos celebrados en Donostia, con los que Negu Gorriak regresó, en febrero de 2001, a los escenarios para celebrar que, aunque había costado lo suyo, había ganado la libertad de expresión. Y que Galindo había perdido.

El espíritu de aquella campaña llamada “Hitz Egin!”, de apoyo popular a los Negu Gorriak, sobrevolaba la proyección de ayer. A raíz de la canción “Ustelkeria”, en la que el grupo se hacía eco de una noticia aparecida en prensa en la que se relacionaba al general Enrique Rodríguez Galindo con el contrabando de drogas, comenzó una persecución judicial que duró años.

Fiesta en el estreno

Anoche el ambiente no era el habitual de un estreno de cine. Había ganas de celebrar y de protestar: pitos y abucheos a las empresas patrocinadoras del festival, abucheos al anuncio de la Lotería previo a la proyección... y torrente de aplausos al equipo que se ha sumado al proyecto.

«Me presentan como director, pero en animación, al final, el director es quien coordina el trabajo de un equipo. Es lo que siempre he defendido: la comunidad, cuidarnos unos a otros y que, entre todos, rompamos las cadenas», explicó un Fermin Muguruza que salió al escenario bailando y con ganas de marcha, como todos los que estaban en el Velódromo. Junto a él, un equipo en el que el cineasta y músico, mestro en esto, ha sabido aglutinar a gente de diferentes sensibilidades, lugares de procedencia y disciplinas. La demostración: los casi 160 invitados, relacionados con esta segunda entrega del filme, que estaban en las gradas. Sobre el escenario, una pequeña representación de todos ellos, entre actores que han dado voz a los personajes -María Cruickshank, quien interpreta a Ainhoa, Antonio de la Torre, Ariadna Gil...-; músicos como Mursego; productores como los argentinos involucrados en el proyecto... Muguruza quiso tributar un homenaje también a Jabier Salutregi, el último director de “Egin” y “Egin irratia”, una radio en cuya creación el cineasta de Irun fue partícipe, y un periodista, Salutregi, convertido en personaje del film.

“Egin” aparece mucho en esta segunda entrega de “Black is Beltza”, también en un personaje secundario, el de Jone -a la que pone voz una Itziar Ituño que vestía ayer una camiseta de “Egin”-, una periodista que acompaña a la protagonista en sus viajes. Salutregi saludó: «He conseguido tres cosas en esta vida: dirigir un periódico, el mejor del mundo, conocer las cárceles por dentro y ser actor». El estreno terminó con una gran ovación, un recuerdo a Iñigo Muguruza -el desaparecido músico es una presencia continua- y los bertsos de Jon Maia. La cita, ahora, en las salas.