Joseba Ezkurdia, un auténtico coloso cincelado golpe a golpe
Joseba Ezkurdia, aquel tiarrón que debutó en Primera con dudas sobre si su enorme carrocería le permitiría defender y competir entre los mejores, es ya uno de los más grandes de la pelota. Le falta la guinda del Manomanista, pero ya tiene las mismas txapelas (5) que Titín y en la jaula ya mira a los ojos a mitos como Irujo, Eugi, Nagore o un Altuna al que volvió a derrotar.
Quizá, lo suyo hubiera sido que, con el 21 iguales, alguien hubiera bajado al centro de la cancha del Bizkaia y hubiera parado una final épica y partiera en dos una txapela que podía haber tomado cualquier dirección pero que hoy ha amanecido en el mismo centro de Euskal Herria. 25 años después de que Retegi y Titín firmaran una final que supuso un punto de inflexión en la consolidación de esta modalidad entre el público, Joseba Ezkurdia y Jokin Altuna elevaron ayer el acotado a su máxima potencia, con una exhibición técnica, pero sobre todo física que quedará en la memoria de todos los pelotazales.
Pero los empates no tienen cabida en este deporte del todo o nada, que alcanza tintes épicos cuando los astros se cruzan y los mejores partidos de cada campeonato coinciden con la final. Debería ser lo normal cuando se cruzan los dos mejores especialistas de la actualidad, Ezkurdia y Altuna lo son, pero duelos de tal intensidad, ritmo, acierto y emoción son una bendita excepción.
Y de esa moneda al aire en la que se convirtió una final para la historia, salió victorioso ese enorme ave que se siente más libre en la jaula, un coloso cincelado golpe a golpe, el último el recibido a finales de mayo a manos de Laso en el Navarra Arena, el que parecía su recinto fetiche.
Pero rodeado por un fantástico equipo, con Irujo de mentor, siguiendo por Etxaniz, sus preparadores Chocarro y Ayarra, su inseparable Peio Etxeberria, o su nutricionista Itziar González Arriba -habrá que probar esos polvos mágicos de los que nos hablaba este sábado en estas páginas-, el de Arbizu ha alcanzado un grado de madurez que lo ha llevado en apenas seis meses a sacarse aquel doloroso 22-7 del Manomanista con un 22-21 en la jaula, en un ejercicio pleno de técnica y fortaleza, tanto física como mental.
En tiempos de talentos precoces, demasiadas veces de usar y tirar, Joseba Ezkurdia personifica como nadie el éxito de la paciencia, del trabajo diario y de ese levantarse una vez más cada vez que ha caído.
Abonado a la agonía
Es lo que le tocará hacer desde hoy a un Jokin Altuna al que su talento lo podría poner en el otro lado de la misma moneda si no fuera por el meticuloso trabajo que hay también tras el de Amezketa, que parece abonado al 22-21 en su historia de amor-odio con el acotado. Cayó por este mismo resultado en su primera final, mucho más ratonera y menos física, ante Bengoetxea en Gasteiz, le dio la vuelta con la misma agonía ante Urrutikoetxea en su primera txapela y ayer le tocó de nuevo la cara amarga con una pelota a la chapa, un error poco habitual para él.
Pero la final de ayer tampoco fue algo normal, fue una delicia en la que los dos dieron lo mejor de sí, más técnico y eficaz con el gancho el amezketarra, pero indestructible el arbizuarra, imponiendo un ritmo que terminó por dejar tieso a un rival que se vio campeón cuando se adelantó 16-19 tras una batalla épica. Lo mejor es que, de la misma forma en la que Ezkurdia ha crecido presionado por semejantes rivales, Jokin Altuna hará lo propio y nosotros que podamos disfrutarlo como ayer.
KOLPEKA ONDUTAKO TXAPELDUNA
Adjektibo guztiak agortu zituen final batean Jokin Altunari 22-21 gailenduta, Joseba Ezkurdiak bere ibilbideko hirugarren txapela jantzi zuen atzo Bilbon. Aurreko bi txapeletan bezala, Amezketako aztia izan zuen parean eta, garaipen honekin, duela sei hilabete eskas Buruz Burukoan barruraino sartu zitzaion arantza ateratzea lortu zuen. Pilotazaleen oroimenean iltzatuta geratuko den final horietakoa izan zen atzokoa, jokoz, emozioz eta zirraraz beterikoa. J.O.