Mikel INSAUSTI
CRÍTICA: «CLOSE»

La presión grupal en la preadolescencia

La apuesta de Cannes por Lukas Dhont como nuevo descubrimiento está clara, y por eso muchos ven en él al nuevo niño mimado del festival. Pero el chico está respondiendo muy bien, así que mientras haga buen cine las etiquetas que se le quieran poner sobran. Fue su precocidad la que llamó la atención cuando con 27 años triunfaba en la Croisette con su ópera prima “Girl” (2018), que se hizo en la sección Un Certain Regard con el Caméra D’Or, la Queer Palm, el FIPRESCI de la crítica internacional y el premio a Mejor Interpretación para el debutante Victor Polster. El actor revelación convencía al protagonizar el proceso de tránsito de una persona transgénero de 15 años que soñaba con ser bailarina, lo que dificultaba más el tratamiento hormonal y la cirugía de reasignación de sexo, en medio del acoso escolar que terminaba de complicar sus anhelos. Con su segundo largometraje “Close” (2022) se le ha abierto la puerta grande de Cannes, obteniendo el Gran Premio del Jurado, como antesala de un sinfín de premios y reconocimientos.

La nueva película es una demostración de que los roles de género aplicados desde la más tierna edad, lejos de ayudar a definir la identidad, crean confusión y mucha frustación. Por eso recurre a la historia de amistad pura entre dos menores, la cual es catalogada por el grupo escolar de homosexual, cuando los interesados ni siquiera eran conscientes en su etapa preadolescente de dicha connotación, pues para ellos solo se trataba de un juego inocente. Dhont saca oro otra vez de sus actores infantiles, si bien el peso dramático recae sobre Eden Dambrine, culpabilizado por abandonar su amigo (Gustav De Waele). Pero el chaval no puede con la presión en el instituto, y trata de mostrarse masculino practicando deportes de contacto.