Apuesta
Hay quien piensa que la vida es un casino. Después de la huelga general que paralizó el país el pasado jueves en contra de la reforma de las pensiones prevista por Macron -el mismo que hace escasamente cuatro años, en una entrevista en la que le cuestionaban sobre la posibilidad de retrasar la edad de la jubilación respondía que, «primero, me he comprometido a no hacerlo, y en un tema tan importante lo mejor es hacer lo que uno dice», y, «segundo, hasta que no resolvamos el problema del paro en nuestro país, francamente, sería bastante hipócrita» plantear una jubilación más allá de los 62-, miembros del partido presidencial han reclamado que se ponga fin a la jornada laboral de 35 horas, aquella que puso en marcha el gobierno socialista de Lionel Jospin para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores a la vez que se abría un abanico de oportunidades laborales a los miles de desempleados de finales de los 90. No va más, señoras y señores, las apuestas ya están hechas en este casino de la vida corriente en el que unos apuestan para ganar, mientras que el resto, casi todos, pierden. Curiosamente, el jueves pasado, fue de aquellos días en los que unos pocos pierden y el resto gana. Tanto, que ya hay incluso impaciencia para repetir la apuesta el martes que viene y evitar un todo o nada.

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