Beñat ZALDUA
IRUÑEA
Elkarrizketa
Carolina codo
Coordinadora de la Comisión de Auxilio del Grupo Andino de El Chalten

«Una siempre quisiera hacer más, es redifícil decidir que no se puede»

Fundadora y coordinadora del grupo de voluntarios encargados de los rescates en el macizo del Fitz Roy, además de médico en la localidad de El Chalten, Carolina Codo explica las condiciones que han hecho imposible el rescate de Amaia Agirre e Iker Bilbao, los dos jóvenes escaladores vascos a los que una avalancha arrastró el jueves a una grieta.

 Carolina Codo
Carolina Codo (UNIDAD COMUNITARIA DE SALUD FAMILIAR DR. JOSÉ FORMENTI )

Carolina Codo, médico y escaladora, recaló en El Chalten cuando el lugar apenas contaba con varias decenas de habitantes, en la primera mitad de los noventa. Nadie quería ocupar la plaza de médico en este pueblo sin historia -se fundó en 1985 para promocionar el asentamiento en una zona cercana a varios puntos en disputa con la vecina Chile- pero en un enclave patagónico increíble. Tres décadas después, son cerca de 3.000 los habitantes y muchos miles más los visitantes que llegan atraídos por algunas de las paredes y montañas más espectaculares del planeta, como son el Fitz Roy o el Cerro Torre.

Codo es también fundadora y directora de la Comisión de Auxilio del Centro Andino El Chalten y, como tal, la responsable de coordinar los rescates en la zona y decidir, llegado el caso, cuándo suspenderlos. En esta entrevista telefónica da detalles sobre lo ocurrido en el Fitz Roy con Amaia Agirre e Iker Bilbao, a quienes da por fallecidos tras ser arrastrados a una grieta por una avalancha de nieve húmeda. Explica por qué decidió no organizar la operación de un rescate con muy pocas posibilidades, aporta contexto sobre El Chalten y los medios con los que cuentan, y traslada un sentido abrazo a amigos y familiares de los dos escaladores.

¿Cómo les llegó el aviso del accidente en el Fitz Roy?

Tras la avalancha, Josu (Linaza) se quedó sin inReach (dispositivo de comunicación por satélite), porque estaba en la mochila de Amaia e Iker. Cuando baja, se encuentra con unos noruegos que sí tenían, y ahí mandaron un mensaje a Rolo Garibotti -referencia indiscutible de la escalada en la Patagonia-, que siempre está en contacto con muchas de las cordadas, y él nos avisa a la Comisión de Auxilio. El accidente fue sobre las 9.30 de la mañana y nosotros nos enteramos hacia las 12.30.

¿Qué saben de lo ocurrido?

El mensaje fue que una avalancha había caído desde la brecha de los italianos, había arrastrado a dos escaladores, los había sepultado en una grieta que está 60 metros más abajo y los había cubierto de nieve. El compañero no había podido bajar a la grieta porque se quedó sin equipo. Caminó alrededor de la grieta y no vio ningún tipo de movimiento.

Escalaron una vía que está en la cara oeste del Fitz Roy y luego descendieron por la línea de rápeles que se usa en la cara este, de donde se llega a un lugar que se llama la Silla. De ahí se bajan unos cinco largos a este lugar que se llama la brecha de los italianos, que es un lugar en el que caen muchas piedras, nieve y hielo. Es un clásico, siempre hay accidentes en esa zona. Con calor es un terreno especialmente engorroso.

¿En qué condiciones estaba la montaña?

La isoterma estaba a 4.000 metros, eso es mucho-mucho calor. Aquí en el Chalten estábamos a casi 30 grados. Todos estos terrenos mixtos, con nieve, hielo y roca, se empiezan a caer con estas condiciones. Y eso es lo que pasó, una avalancha de fusión al costado de la brecha de los italianos los arrastró a la rimaya.

¿Qué pasos siguieron?

Ese día había mucha gente en el Fitz Roy, y les pedimos que cuando pasaran por ahí, por favor, se fijasen en si había algún tipo de indicio que pudiera sugerir que estaban con vida. Con todo, la descripción de lo ocurrido, con una avalancha de nieve pesada que los arrastró 60 metros y que habían quedado totalmente sepultados, ya indicaba que había muy pocas posibilidades de que siguieran con vida. Sobre todo con el transcurso de las horas. En el caso de avalanchas, después de una hora de enterramiento, las posibilidades de supervivencia bajan drásticamente. Con esos datos, decidimos esperar a que los escaladores pasasen.

Otro asunto clave en este caso, lamentablemente, fueron las condiciones en la montaña. Seguían siendo muy peligrosas y uno siempre tiene que primar la seguridad de los rescatistas. Meter a mucha gente en una grieta a cavar quién sabe cuánto, en un lugar donde seguía cayendo todo, realmente, era una locura, y así nos lo decían los escaladores que pasaron, que estaba todo muy avalanchoso. Yo no podía mandar a gente a hacer esa tarea. A veces cuesta tomar esas decisiones, pero siempre debe primar la seguridad del rescatista.

Para ustedes, Amaia e Iker no están desaparecidos.

Están fallecidos. Sabemos dónde están, sabemos cuál es la grieta y cuál la parte en la que están. El tema es que encima de ellos hay mucha nieve, pero no están desaparecidos.

Para hacernos una idea de la realidad patagónica, ¿cuáles son las condiciones y los medios con los que cuentan para hacer rescates?

Mira, en Argentina no hay una cultura de montaña como la tienen en Europa. Cada vez hay más en zonas como El Chalten, pero no tenemos mucha historia y los gobiernos todavía no entienden que hay que prestar este servicio de rescates. Yo soy escaladora y llegué a la zona de El Chalten hace unos 30 años; a raíz de un accidente con unos italianos empezamos una relación de hermandad y son ellos los que nos equiparon y nos instruyeron con todo lo que es la maniobra de rescate.

En definitiva, lo que tenemos es un grupo muy grande de voluntarios que son realmente increíbles y solidarios. Han hecho rescates muy exigentes a nivel físico y a nivel de riesgo, pero todos son voluntarios y no tenemos ningún soporte aéreo acá a nuestra disposición. A veces llega un helicóptero de Río Gallego, que es la capital de Santa Cruz y que está a 500 kilómetros. Es un helicóptero enorme de estos que se usaban en la guerra de Vietnam y no es el más adecuado para rescates. Otras veces hemos tenido apoyo del Ejército y algo nos han aliviado, por ejemplo, hicimos un rescate en el hielo en el Cerro Torre gracias a ello, porque caminando son casi dos días para llegar, y con el helicóptero es media hora de vuelo o menos. Pero no tenemos un helicóptero fijo y cuando vamos a pie, tardamos unas horas, y eso hace que a veces no llegamos en lo que se llama la hora dorada de los accidentes. En este caso estábamos a ocho horas del lugar del accidente, con lo cual hubiéramos llegado casi 12 horas después, lo que para un enterramiento en una avalancha es un tiempo realmente grande. No había ninguna posibilidad.

La otra realidad es que, con el clima que tenemos acá, no siempre es posible volar, o no siempre se puede acudir a la montaña a realizar el rescate. Realmente, hacemos lo que podemos con los pocos recursos que tenemos.

En más de una ocasión han lanzado la voz de alarma ante la falta de recursos.

Al Gobierno argentino le cuesta entender que El Chaltén está en un momento crucial. Tenemos un montón de turismo que viene a hacer actividad física, los accidentes se multiplican y aquí no hay recursos. No los hay para los rescates, pero tampoco para hacer frente a los incendios, por ejemplo. Con el calor de estos días, estando todo seco, si se prende se quema todo, y el Parque Nacional solo tiene 6-7 brigadistas. Yo estoy realmente preocupada, yo hace 30 años que vivo acá, vi cómo creció el pueblo y siento que estamos a punto de arruinarlo todo si no paramos y vemos qué queremos hacer. Nosotros, en la Comisión de Auxilio, estamos bien equipados gracias a las donaciones que recibimos y tenemos a gente muy buena, pero somos voluntarios, hacemos lo que podemos.

No es poco.

Una siempre quisiera hacer más. Siempre se lamenta no haber podido hacer más, cuando se trata de conocidos es más duro, lo lamento muchísimo. Es redifícil decidir que no se puede hacer más, pero siempre hay que poner en la balanza los riesgos del rescate y las posibilidades de encontrar a la gente con vida. Siempre es una decisión difícil y yo me imagino que para los familiares y los amigos es una situación difícil de entender. Imagino que la gente de la montaña y los que conocen El Chalten lo entendieron. Yo lamento mucho por la familia no haber podido ayudar un poco más, pero realmente, en este rescate en particular, no había muchas opciones. Quiero mandarles un abrazo muy fuerte, todos los de acá nos ponemos en el lugar de ellos.