Iñaki IRIONDO
OBITUARIO [ RODOLFO ARES ]

Más de veinte años manejandola sala de máquinas del PSE

(Jaizki FONTANEDA | FOKU)

Aunque llevaba unos años lejos de los focos de la vida pública, la muerte de Rodolfo Ares sacudió ayer a todo el arco político. Sus compañeros de partido se volcaron en loas, presentándolo como un trabajador infatigable, al que siempre se podía acudir. También reaccionaron el lehendakari Iñigo Urkullu, dirigentes de partidos y sindicatos. El coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, publicó un tuit recordando que «compartí durante un tiempo con él espacios de dialogo y negociación. Desde la divergencia, mantuvimos un dialogo franco. Mis condolencias a su familia, amigos y compañeros del PSE».

Rodolfo Ares dejó la primera línea política en 2016 y falleció la noche del miércoles al jueves a los 68 años en el Hospital de Basurto, donde llevaba varios días ingresado en estado muy grave por complicaciones surgidas durante el tratamiento por una enfermedad que sufría hace tiempo.

Fue el «número 2» del partido desde 1995, a la sombra de Ramón Jáuregui, Nicolás Redondo y Patxi López, hasta que en 2009 dejó la Secretaría de Organización del PSE para pasar a ser también «número 2» de Patxi López en Ajuria Enea y consejero de Interior. En esa condición llegó a la Conferencia Internacional de Aiete de 2011.

Junto a Jesús Eguiguren participó en distintas fases de las conversaciones con dirigentes de la izquierda abertzale, en ocasiones con la presencia también de burukides del PNV. Mientras Jesús Eguiguren, entonces presidente del PSE, tiene un bagaje teórico de búsqueda de «arreglos» al conflicto político que se vive en Euskal Herria, la función de Rodolfo Ares en estos contactos más parecía ser la de ejercer de «controller» de la ortodoxia marcada por el PSOE, la larga mano de Alfredo Pérez Rubalcaba para evitar desvaríos de su compañero de tándem.

De Bilbo al aparato del PSE

Rodolfo Ares nació en una pequeña localidad de Ourense en 1954. Su familia se trasladó al barrio bilbaino de Otxarkoaga cuando era niño. Se afilió a la UGT y el PSE en 1977. Su carrera institucional comenzó en 1983 como concejal en el Ayuntamiento de Bilbo y siguió como diputado foral, parlamentario y, finalmente, consejero de Interior. Pero su verdadero papel fue el de controlar y manejar desde dentro el aparato del PSE.

Como secretario de Organización, Rodolfo Ares acompañó al entonces secretario general, Patxi López, a la reunión pública que el 6 de julio de 2006 el PSE mantuvo en un hotel donostiarra con los dirigentes de la izquierda abertzale Arnaldo Otegi, Rufi Etxeberria y Olatz Dañobeitia, en un momento en el que Batasuna estaba ilegalizada.

Esta cita, que fue larga y cuidadosamente preparada hasta en la forma en la que se anunció, supuso que todos los participantes acabaran siendo encausados por el TSJPV, junto al lehendakari Juan José Ibarretxe, que también había mantenido encuentros con los ilegalizados. Se les acusaba de desobediencia. Finalmente, con los imputados ya en la sala de vistas, el caso acabó siendo archivado.

De Loiola a Cabacas

Estuvo también en los encuentros de Loiola, lo que dio lugar a la anécdota de que cuando se filtró que las reuniones tenían lugar en Elizondo, se supo que Rodolfo Ares ni siquiera sabía dónde estaba esa localidad navarra. Y eso que pasaba por ser una persona extraordinariamente bien informada, aunque probablemente más en cuestiones subterráneas que geográficas.

De ahí llegó al Gobierno de Lakua como consejero de Interior, en una época que se caracterizó, en primer lugar, por su «tolerancia cero» contra los carteles con fotos de presos. Cuando se produjeron denuncias de torturas contra la Ertzaintza, él respondió querellándose contra los abogados de los denunciantes.

Pero una parte de la ciudadanía lo recordará, sobre todo, por la muerte de Iñigo Cabacas por un pelotazo de la Ertzaintza en 2012. Mintió en rueda de prensa y en el Parlamento, protegió a los culpables y no trató bien a Fina y Manu, madre y padre de la víctima. Ares dijo después que había sido el momento más difícil de su trayectoria en el Departamento, pero se declaró «absolutamente tranquilo» por su gestión. La sentencia dejó claro que se habían cometido importantes irregularidades que dificultaron el esclarecimiento de las responsabilidades.

Con Rodolfo Ares se va una parte de la historia de Euskal Herria y, probablemente, más de un secreto.