Mauricio MORALES
DESDE LA REGIÓN DE PUNO

Al sur de Lima está Perú

Las regiones indígenas y discriminadas del sur de Perú, ricas en recursos, se han rebelado contra las élites blancas, racistas y acomodadas limeñas que les niegan su derecho a ser sujetos políticos y a acceder al poder, en un intento de deshumanizarlos, invalidar sus luchas y borrar su existencia. Una rabia acumulada durante siglos ha estallado.

Unas rocas bloquean una carretera de acceso a la ciudad de Puno (al fondo).
Unas rocas bloquean una carretera de acceso a la ciudad de Puno (al fondo). (Mauricio MORALES)

«Puno no es Perú», decía la presidenta, Dina Boluarte, en una rueda de prensa ante los medios extranjeros. Más tarde, en su cuenta de Twitter, culpó de todo a una malinterpretación y pidió disculpas.

En la misma comparecencia Boluarte dijo que «creo que también la prensa internacional debería comunicar que el Gobierno no está generando la violencia, que el Gobierno quiere la paz y tranquilidad».

El 28 de enero, un hombre murió de un impacto a la cabeza cuando formaba parte de un grupo de periodistas que cubría la represión policial de los manifestantes que intentaban llegar al Congreso. Periodistas extranjeros y locales han sido heridos por perdigones disparados por la Policía en Lima desde que comenzaron las marchas masivas en las calles el 19 de enero.

Mas de 45 manifestantes han muerto en todo el país por la represión de fuerzas de seguridad en las protestas que comenzaron el 7 de diciembre del 2022; 19 en un solo día en la localidad de Juliaca, en la región de Puno.

En el sur de Perú, en la región de Puno, la rabia se acumula. Una rabia histórica, de segregación y desprecio de las elites limeñas y segmentos de la sociedad más acomodada, que se han apropiado del poder y de las riquezas del país andino, excluyendo a aimaras, quechuas y otros pueblos originarios que habitan el Perú que existe más allá de Lima.

posición política del sur

«En Lima piensan que tienen más, que son más, son los más limpios, que tienen la suficiente capacidad. A los de Puno nos dicen que somos ignorantes, que no sabemos pensar, que nos dejamos llevar por unas personitas y como corderitos seguimos. Y no es así», afirma un manifestante en un bloqueo de la carretera de Puno a Laraqueri. Las vías que salen y conducen a la ciudad de Puno y a otras ciudades de la región siguen bloqueadas.

La congresista de Avanza País Norma Yarrow aseguró que «las personas de provincia no tienen la capacidad de entender» una Asamblea Constituyente.

El racismo estructural de las élites ya no los llama directamente «cholos de mierda», pero sigue instrumentalizando ese racismo para representar a las personas de las provincias sin la capacidad de pensar. Lo que dice Yarrow no es más que un intento de negarles el derecho de ser sujetos políticos con derecho a acceder y ser parte de ese poder, de esa gobernanza del país.

Desde un amplio espectro político y de la opinión pública se intentan rebajar las exigencias de un recambio político y de poder a una mera -aunque existente- necesidad de cambios materiales y sociales puntuales en provincias.

Las demandas de la gente en Puno son claras: renuncia de Boluarte, cierre de Congreso, nuevas elecciones este año y una Constituyente que reemplace la del 1993 de la época de Alberto Fujimori. Por el momento, Boluarte no renuncia y el Congreso no aprobó las elecciones para este año.

El desconocimiento por el Estado de la existencia de pueblos, con su lengua, su cultura y posición política, es un síntoma latinoamericano del intento de las élites de borrar la existencia y el derecho de participación política de los pueblos originarios de América.

El congresista Ernesto Bustamente, de la ultraderechista Fuerza Popular, resumió en un tuit la visión de la derecha y de las élites peruanas al referirse a los manifestantes que estaban en la universidad San Marcos de Lima: «Ahora falta incautar y quemar las banderas bolivianas y whipalas que ondean los terroristas en sus ‘marchas pacíficas’. Luego habrá que patearlos hasta Puno y Bolivia». Lo dijo después de que un vehículo blindado de la Policía rompiera un portón e irrumpiera en el campus para arrestar a cerca de 200 manifestantes que acampaban allí.

Sin embargo, cargando con ese desprecio histórico, las mujeres y hombres de las provincias de los pueblos quechuas, aimara y otros siguen en las marchas con la bandera peruana junto a la whipala (que representa a los pueblos originarios andinos y, en algunos contextos, se utiliza para representar a los pueblos originarios de América del Sur), buscando lo que se les ha negado: ser peruanos en igualdad de derechos.

Los vestigios del colonialismo en Perú, como en el resto de América Latina, no solo vienen del norte global, sino de las élites en su mayoría blancas o criollas que, desde la creación de las repúblicas latinoamericanas, se han apoderado de las riquezas y monopolizado el poder, valiéndose de la racialización de los pueblos originarios para usurpar su lugar en el Estado peruano.

Los ricos recursos de Puno no son pocos y los puneños lo saben. Cuenta, entre otros, con una de las minas de estaño más grande del mundo, con oro, cobre, zinc, agricultura, ganadería y proyectos de exploración de litio. No sorprende que la lucha entre el Estado y las elites limeñas esté enfocado al control y posesión de esos recursos.

Esto lo sabe hasta la jefa del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de EEUU, Laura Richardson, quien, refiriéndose a Suramérica, recientemente dijo: «¿Por qué esa región es importante? Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras, tienes el triángulo de litio que es necesario para la tecnología. El 60% del litio del mundo está en el triángulo del litio: Argentina, Bolivia, Chile. Tienes las reservas de petróleo más grandes, crudo ligero y dulce descubierto en Guyana hace más o menos un año. También tienes los recursos de Venezuela, con petróleo, cobre, oro. China recibe el 36% de su comida de esa región. Tenemos el Amazonas, el pulmón del mundo. Tenemos el 31% del agua dulce del mundo en esa región también. Es algo fuera de lo común». «Tenemos», dice la Richardson sobre los recursos de Latinoamérica.

«Hemos abierto los ojos, sabemos lo que tenemos», afirma un taxista en Puno, que aunque reconoce que su trabajo, como el de otros puneños, se ha visto afectado enormemente por el paro nacional, aun respalda la movilización, aunque cada vez se le está haciendo más difícil llegar a final de semana o a final del día. La mayoría de las personas en Puno viven el día a día.

«terruqueo» y violencia

La prensa limeña no es querida por el grueso de los manifestantes. El lenguaje es muy importante, y la mayoría de la prensa limeña, monopolizada por grandes grupos económicos, maneja la narrativa tildando a los manifestantes de «violentos, vándalos, terroristas, criminales…», en un intento más de criminalizar la protesta social y sus reivindica- ciones. Mientras a las personas asesinadas durante la represión policial las llaman «fallecidos». A los manifestantes se ha pasado de llamarlos «cholos de mierda» a llamarlos «terrucos», como a los miembros de Sendero Luminoso, para deshumanizarlos e invalidar sus luchas.

En Laraqueri, un pueblo de mayoría aimara, a unos 40 km de la ciudad de Puno, los militares llegaron el día en que Boluarte hablaba ante la prensa extranjera. Un contingente del Ejército ocupó una parte de la plaza de toros, que declaró zona militar a la que los habitantes no pueden acercarse, tomar fotos ni grabar. Su misión: despejar las carreterass cuando den la orden.

Boluarte se aferra al poder y el Congreso no da pasos concretos para nuevas y prontas elecciones este año. En la ciudad de Puno siguen las movilizaciones y en el resto de la provincia siguen los bloqueos de las vías. La tensión y la violencia aumenta y ya mataron a un manifestante en Lima.

Una campesina de Laraqueri dice: «Antes teníamos miedo cuando venía el Ejército, ahora no, ya no tenemos miedo. Ni de morir tengo miedo».