Mikel ZUBIMENDI
CAMBIO CLIMÁTICO

Alarma del IPCC sobre el clima: actuar ya o será demasido tarde

Dos informes publicados ayer volvieron a poner el acento sobre la realidad del cambio climático y sus consecuencias. Por un lado, el IPCC alertó de que el planeta se está acercando rápidamente a niveles catastróficos de calentamiento. Y por otro, la UE aseguró que se avecina un verano similar al de 2022 en cuanto a sequía, un efecto que ya se está notando en varios puntos de Europa.

El humo sale de la chimenea de una fábrica de ladrillos en las afueras de Prayagraj (India).
El humo sale de la chimenea de una fábrica de ladrillos en las afueras de Prayagraj (India). (Sanjay KANOJIA | AFP)

Estábamos advertidos. Desde que el Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático de la ONU, más conocido como IPCC (sus siglas en inglés), publicó su primer informe en el año 1992, donde se nos informaba de la «certeza» del aumento de los gases de efecto invernadero hasta los impactos «generalizados y sin precedentes» en la humanidad para 2014, las alarmas habían saltado. En sus informes, el IPCC, que reúne a miles de científicos y es considerado como el faro de la ciencia climática para el mundo, había establecido los estándares en relación a la realidad y los peligros del cambio climático, en lo que muchos analistas consideran como el mayor esfuerzo científico de la historia.

Ayer se presentó en Suiza la síntesis de su sexto informe de evaluación. Un trabajo de más de 2.000 científicos de todo el mundo recopilando la mejor ciencia del clima, valorando los efectos del cambio climático y analizando las medidas de respuesta. Recopila los hallazgos clave de las tres secciones principales anteriores -la ciencia física de la crisis climática, incluidas las observaciones y proyecciones del calentamiento global; los impactos de la crisis climática y cómo adaptarse a ellos; y las formas de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, publicados en agosto de 2021, febrero y abril de 2022, respectivamente-. El informe es una revisión exhaustiva del conocimiento global del clima.

También incluye otros tres informes más cortos publicados desde 2018, sobre los impactos del calentamiento global de más de 1,5°C por encima de los niveles preindustriales; el cambio climático y la tierra; y el cambio climático y los océanos y la criosfera (los casquetes polares y los glaciares).

Advertencias más crudas

Tampoco es que desde un punto de vista de la ciencia climática aporte ningún descubrimiento o novedad. Se trata más bien de un resumen de los principales hallazgos de las publicaciones anteriores, con advertencias más crudas y planteamientos más absolutos. A saber, abundan las alarmas que nos hablan de «niveles irreversibles» (en relación al calentamiento), de impactos catastróficos que rápidamente se están volviendo «inevitables» y se hace un llamamiento en términos de «ahora o nunca» para evitar el desastre.

En ese mismo sentido y tono, el secretario general de la ONU, António Guterres, en un comunicado para informar sobre la publicación del informe del IPCC, afirmó que «la bomba de relojería climática está en marcha» y dio a entender que el mundo se está quedando sin tiempo para desactivarla, para evitar la catástrofe. «La humanidad está sobre un hielo delgado, y ese hielo se está derritiendo rápidamente».

Ya no habrá más trabajos del organismo de expertos sobre cambio climático de la ONU hasta finales de 2030, año en el que las emisiones deberán haberse reducido casi a la mitad. Será en esa fecha cuando se podrá saber si se tomaron las decisiones correctas o se permitió agravar aún más la crisis climática.

El IPCC pinta una imagen muy cruda de hacia dónde se dirige el mundo. La situación es mala y empeora rápidamente. A su vez, confirma que hay soluciones, pero la política se interpone en el camino. En otras palabras, la comunidad científica global, movilizada en torno al clima y las propuestas de alternativas, hace la evaluación más terrible y preocupante hasta el momento de los impactos climáticos en espiral a los que la humanidad se enfrenta, si no se realizan cambios sistémicos ahora.

Afirma que la contaminación que calienta el planeta ya es más severa de lo esperado y que nos precipitamos hacia consecuencias cada vez más peligrosas e irreversibles. Si bien el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5°C por encima de los niveles preindustriales aún es posible, el camino para lograrlo se está cerrando rápidamente a medida que la producción mundial de contaminación que calienta el planeta continúa aumentando: las emisiones aumentaron casi un 1% el año pasado.

Las concentraciones de contaminación de carbono en la atmósfera están en su nivel más alto en más de dos millones de años y la tasa de aumento de la temperatura durante el último medio siglo es la más alta en 2.000 años. Los impactos de la crisis climática continúan afectando con mayor fuerza a los países más pobres y vulnerables, que son paradójicamente las que menos han hecho para causarla.

Cambios radicales

La mayor amenaza para la acción contra el cambio climático es la continua adicción a la quema de combustibles fósiles, que aún representan más del 80% de la energía mundial y el 75% de la contaminación provocada por el ser humano que genera el calentamiento. A pesar de que la Agencia Internacional de Energía dijo en 2021 que ahora no puede haber nuevos desarrollos de combustibles fósiles si el mundo quiere cumplir con los compromisos climáticos, los gobiernos continúan aprobando proyectos de petróleo, gas y carbón.

Valga como ejemplo el hecho de que la Administración estadounidense acaba de dar luz verde al enormemente controvertido proyecto de perforación petrolera Willow en Alaska. Una vez que esté en funcionamiento, se prevé que produzca suficiente petróleo para liberar 9,2 millones de toneladas métricas de contaminación de CO2 al año, lo que equivale a agregar 2 millones de automóviles a gasolina a las carreteras. O que China está planeando una gran expansión del carbón, el combustible fósil más sucio. En 2022, otorgó permisos para la producción de carbón en 82 enclaves, lo que equivale a iniciar dos grandes centrales eléctricas de carbón cada semana.

Evitar el cambio climático catastrófico requerirá cambios radicales en todos los sectores socioeconómicos, según el informe del IPCC. De su lectura se deduce un llamamiento en un doble sentido: una condena feroz de la inacción de los principales emisores, y la necesidad de un plan sólido para un mundo mucho más seguro y equitativo. Así, se demandan recortes profundos en los niveles de contaminación que calientan el planeta, alejándose de los combustibles fósiles e invirtiendo en energía renovable. Para lo cual se hace hincapié en la necesidad de una mayor inversión para desarrollar la resiliencia y un mayor apoyo para las personas que luchan con las pérdidas relacionadas con el clima, especialmente en los países más vulnerables.

Por otra parte, el IPCC afirma que más de 3.000 millones de personas ya viven en áreas que son «altamente vulnerables» al cambio climático, y la mitad de la población mundial ya experimenta una grave escasez de agua durante al menos parte del año. En muchas áreas, advierte el informe, estamos llegando al límite en el que podemos adaptarnos a cambios tan severos, y los eventos climáticos extremos están «impulsando cada vez más el desplazamiento» de personas en África, Asia, Centroamérica y Sudamérica.

Además, todos esos impactos aumentarán rápidamente, ya que no hemos logrado revertir la tendencia de 200 años de aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, a pesar de las más de tres décadas de alarma y de advertencias del IPCC. En palabras de su presidente, Hoesung Lee, es urgente acometer cambios en el sector alimentario, la electricidad, el transporte, la industria, los edificios y el uso del suelo. No solo porque permitirían reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sino por que facilitarían «que las personas lleven estilos de vida bajos en carbono, lo que también mejorará la salud y el bienestar».

La sección final del informe del IPCC está dirigida a legisladores y líderes políticos. No en vano ese informe será analizado por representantes de gobiernos de todo el mundo.

Sequía en Europa

El del IPCC no fue el único informe de la jornada referido al calentamiento global. El Centro Común de Investigación (JRC, por sus siglas en inglés) de la Comisión Europea hizo público otro en el que advirtió de que Europa va camino de una sequía similar a la del verano de 2022 y de que las lluvias de las próximas semanas serán «cruciales» para determinar el impacto futuro de un «invierno excepcionalmente seco y cálido» como el que acabó ayer.

Alerta de que casi todo el sur y oeste de Europa se ha visto afectado por «anomalías sustanciales de humedad del suelo y flujo de sus ríos», con impactos de la «emergente sequía» que ya son visibles en los estados español y francés, norte de Italia, Gran Bretaña, Suiza... «Las previsiones estacionales muestran una primavera más cálida de la media en toda Europa, mientras que las previsiones de precipitaciones se caracterizan por una incertidumbre y variabilidad espacial mayor. Serán necesarios una vigilancia estrecha y planes de uso de agua adecuados», apunta el informe.