Koldo LANDALUZE
DONOSTIA
SCREAM VI

Esos malditos teléfonos no paran de sonar

El traslado de Woodsboro a Nueva York le ha sentado bien a esta franquicia iniciada por el maestro Wes Craven y el guionista Kevin Williamson, y que en su posterior ruta ha seguido un zigzagueante periplo que requería de nuevas bocanadas de aire fresco, que ya se asomaron en la anterior entrega. En la nueva escenografía de la ciudad que nunca duerme, la presencia de Ghostface adquiere su versión más cruenta y canalla a partir de un prólogo que deja a las claras que el asesino de la máscara ha encontrado un coto de caza particular muy suculento y que se traduce en la entrega más salvaje de todas las que componen la saga.

Guiños al pasado

El filme cumple su cometido de entretener al respetable mediante una sucesión de crímenes disfrazados de engaño y varias cartas ocultas en la manga. De esta forma, y con un nuevo reparto que ha tomado el relevo de la primera y muy castigada cuadrilla de amigos que tuvo la osadía de tomarse a broma los arquetipos del cine de terror, hay que decir que la sexta parte de la franquicia slasher respeta el original, y que se muestra inquietantemente divertida por momentos y atrevida en su mecánica de crímenes.

A ello se suma la presencia de toda una veterana de la serie, como es la infatigable reportera encarnada por Courteney Cox. Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett han plasmado en la pantalla un juego de espejos distorsionados muy bien entendido con un grupo de actores que cumplen con acierto sus roles y dentro de un conjunto cuyo ritmo y tensión no decae.

El disfrute está garantizado gracias a las situaciones en las que el sobresalto no aguarda necesariamente detrás de la consabida puerta.