Mikel INSAUSTI
EL CASTIGO

Problema de conciencia a tiempo real

Entre los autores más pujantes del cine chileno se encuentra por derecho propio Matías Bize, un constante innovador que ganó la Espiga de Oro en la Seminci de Valladolid con “En la cama” (2005) y un Goya con “La vida de los peces” (2010), sin olvidar su no menos reconocida “La memoria del agua” (2015). Pero para hablar de su nueva creación hay que remontarse a sus comienzos, cuando debutaba con “Sábado, una película a tiempo real” (2002), un experimento técnico y narrativo sobre el que vuelve ahora con un estilo más desarrollado y un contenido mucho más incisivo. En efecto, “El castigo” (2022) también transcurre en tiempo real, al haber sido rodada en un solo plano secuencia, con una duración muy medida que no llega a la hora y media, pero que resulta de tal intensidad dramática que logra contar y expresar por encima de cualquier otra película de mayor duración.

Con apenas tres personajes protagónicos, está resuelta como si de una obra teatral en exteriores se tratara, ya que tiene lugar en unos bosques de Lago Ranco.

“El castigo” (2022), que en el festival de Málaga obtuvo el Premio a la Mejor Dirección, parte de un problema moral o de conciencia en torno a las responsabilidades y obligaciones paternas, de similar modo a lo planteado por el sueco Ruben Östlund en “Fuerza mayor” (2014), con la diferencia de que Bize aprovecha para introducir el debate sobre las llamadas “malas madres”, o aquellas que reniegan de la maternidad como imposición social y familiar para la mujer. Durante la tensa búsqueda del hijo desaparecido por una negligencia, saldrá a relucir que el personaje de Antonia Zegers no quería ser mamá, y cree que el pequeño la está castigando por ello.

Otra cuestión que se debate es la del reparto de táreas, que no es igual para la mujer y el hombre. El padre, como trabaja, se gana al niño con regalos, y a ella le toca ser la mala en casa.