Ingo NIEBEL

El fin de la energía nuclear, le está saliendo barato a Alemania, por ahora

El adiós a la energía nuclear no ha significado un incremento del precio de la energía en Alemania. Sin embargo, el reto será cómo pasará el invierno el país centroeuropeo. Un escándalo político y un operativo policial calientan, al mismo tiempo, el debate político.

Cartel que marca el límite de la localidad de Gundremmingen, en Baviera, frente a las torres de refrigeración de la planta nuclear homónima.
Cartel que marca el límite de la localidad de Gundremmingen, en Baviera, frente a las torres de refrigeración de la planta nuclear homónima. (Ina FASSBENDER | AFP)

Hace apenas un mes cesaron en su actividad las tres últimas centrales nucleares en Alemania. En su día, voces como la de la experta de Economía y asesora del Gobierno alemán Veronica Grimm alertaron de que «ahora subirá el precio de energía» El ministro presidente de Baviera, el socialcristiano Markus Söder (CSU), anunció incluso que estudiaría si su estado libre podría mantener en funcionamiento una planta atómica en su territorio.

Cuatro semanas después, la vicepresidenta de la Agencia Federal de Redes, Barbie Kornelia Haller, declaró a la radio pública bávara BR que no se había apreciado ninguna subida en los precios de la energía, sino que, por el contrario, se había producido una bajada en la bolsa. «Las consecuencias son extremadamente menores», afirmó Haller.

Otros factores como el relanzamiento de varias centrales nucleares en el Estado francés, la subida de temperaturas, la mayor producción de energía hídrica por el deshielo y el aumento de producción por las energías renovables explican la situación en el mercado. Aún así, debido a la volatilidad de estos factores, el siguiente invierno será la prueba que Alemania tendrá que superar.

HIDRÓGENO VERDE

Por eso, en pleno «cambio energético» decretado por el tripartito del canciller socialdemócrata Olaf Scholz (SPD), se busca instalar el hidrógeno verde como combustible para sustituir al carbón en la producción de energía y para hacer frente a los momentos en los que las energías renovables no puedan satisfacer la demanda de la ciudadanía.

No obstante, la política del cambio ecológico se tropieza con una serie de problemas empezando con que habrá que decir adiós a viejos hábitos sin tener todavía soluciones del todo sólidas. En estos momentos, la derecha política -la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD)- quieren lograr, con la ayuda mediática de la editorial Springer, la dimisión del ministro de Economía y Clima, Robert Habeck (Verdes). El vicecanciller ecologista es la cabeza visible del cambio energético. Hace una semana tuvo que aceptar la dimisión de su secretario de Estado, Patrick Graichen, por un supuesto caso de nepotismo. De esta forma perdió al ideólogo de la política ecologista, que vive un auge desde inicio de la guerra rusa contra Ucrania.

Paralelamente, la CDU sube el tono de su discurso contra los Verdes en general y contra Habeck en particular. Para ello copia a la demagogia de la AfD. «Ahora quiere utilizar la Stasi energética para mirar en los sótanos donde la gente tiene su calefacción como si fuera un Estado espía», manifestó el jefe de la CDU en Turingia, Mario Vogt, respecto a Habeck.

Su partido arremete contra la propuesta de ley de calefacción del Ejecutivo federal. La norma prevé, por ahora, que a partir del 2024 sólo se deberán instalar calefacciones que usan un mínimo del 65% de energías renovables. Dado que las calderas funcionan de dos a tres décadas, el Gobierno quiere impulsar así la decarbonización de este sector. No habrá que sustituir los sistemas existentes, que pueden ser incluso reparados. Estos dos detalles los obvian los adversarios de Habeck en su discurso de miedo.

OPERATIVO POLICIAL

Desde Baviera, la CSU calienta más el ambiente político con un operativo policial contra el grupo Última Generación. Los activistas ecologistas han incrementado sus acciones de desobediencia civil este año. Lo que más molesta son sus cortes de tráfico en las grandes ciudades cuando pegan sus manos al asfalto. El diario sensacionalista “Bild”, de Springer, ha alimentado el uso de la fuerza por parte de la ciudadanía contra este grupo. En este agitado clima se ha producido la reciente operación policial. La Fiscalía General bávara practicó redadas y arrestos, y cerró la web del grupo, poniendo como «advertencia» que «¡La Última Generación es una organización criminal según el párrafo 129 del Código Penal!». Tuvo que cambiar el mensaje porque vulnera la presunción de inocencia y por carecer de una resolución de un juez. El operativo se ha producido pocos meses antes de las elecciones regionales de Baviera, en las que la CSU se juega su tradicional posición hegemónica.

Mientras tanto, Söder ya no habla de la energía nuclear. El regreso a esta fuente energética siempre será posible si existe voluntad política. Eso no ocurrirá a corto plazo, porque desde el punto de vista empresarial no es rentable. Tecnológicamente tampoco es posible sin instalar primero nuevas barras de combustión que habría que utilizar durante tres o cuatro años para que la compra sea provechoso.