EDITORIALA

Ya hay fecha, ahora falta un mandato

Empujado por los resultados de la jornada electoral, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, convocó ayer elecciones para el próximo 23 de julio, lo más rápido que podía. El anuncio fue sorpresivo, pero no por ello resulta del todo incomprensible. Hasta ahora Sánchez ha demostrado un instinto de supervivencia poco común. El tiempo y los resultados dirán si es audaz o un lunático. Los datos de voto del PSOE en los comicios del pasado domingo no son del todo malos. Sin embargo, la ruina del ala izquierda de su Gobierno es inapelable. Visto el devenir de los últimos meses, darles tiempo para recomponerse no parece realista. Podemos, el PCE y Sumar no necesitan tiempo, sino decisiones y disciplina. Y un liderazgo lúcido y sensato.

La razón evidente para convocar elecciones cuanto antes es el auge de la derecha ultra y la ultraderecha. No darles tiempo para crecer más. La toma de las instituciones por parte de PP y Vox les ofrecía una oportunidad de oro para mostrarse como una alternativa de gobierno real. En este momento, una vez liquidado Ciudadanos, el único frente interno de la derecha española es la ambición de Isabel Díaz-Ayuso, una discípula del trumpismo cuya mayoría absoluta genera suspicacias entre sus correligionarios y desazón entre sus adversarios. En política una de las cosas más difíciles de combatir es lo que no se comprende. En principio, esta maniobra la deja fuera de juego para este ciclo.

Lo que ayer Sánchez no aclaró es cuál es el mandato democrático con el que se va a presentar. Ni si lo va a hacer en clave partidaria, de gobierno o de Estado. Si es para pararles los pies a la ultraderecha, seguir legislando para ampliar derechos, su cálculo puede tener algún sentido. La amenaza para la democracia, los derechos y la vida de miles de personas es tan clara y cruel que un movimiento así demanda ser de altura política, no de cálculo a corto. Si, por el contrario, le guía un espiritu megalómano, si no ha entendido el mensaje de las urnas y si no es consciente de la débil cultura democrática de su Estado, es difícil que este movimiento prospere. También debe asumir cuáles son sus únicas alianzas viables.