Carlos GIL ZAMORA
Analista cultural

Antonio Gala y Bilbao

A ciertas edades la memoria se convierte en una mezcla de nostalgia y fotogalería de unos recuerdos de unos tiempos reales que no es posible repetir. Era en los años ochenta cuando Bilbao durante la Aste Nagusia se convertía en una auténtica capital del Teatro. La inmensa mayoría era teatro comercial, pero siempre había un hueco para obras que eran ya o acabaron siendo importantes. Con dos empresas de cines como promotoras, se habilitaban salas y se inventaban teatros en cada local disponible. Las condiciones técnicas eran difíciles para los intérpretes, pero los públicos numerosos que acudían provocaban importantes recaudaciones.En este ambiente el recién desaparecido Antonio Gala se convirtió en el autor de Bilbao. Fueron muchas las obras que vieron la luz por primera vez en algún teatro de la capital bizkaitarra. Eran éxitos seguros. Pero su persona era adorada, era una suerte de figura de las propias fiestas. En las tertulias que se celebraban de madrugada en un hotel, sucedió que una noche fueron a escuchar a Gala tantos espectadores que se debió cambiar de local. Se formó una procesión para ir un teatro.Gala fue un dramaturgo de largo recorrido, con títulos importantes pero en sus últimos años no necesitaba ni estructura dramática ni personajes perfilados, era su florido lenguaje con resonancias poéticas en boca de actrices solventes un material suficiente para encandilar a sus fieles.