Raimundo FITERO
DE REOJO

Las aguas de abril

Sin mirar al cielo, atendiendo a los partes meteorológicos, vamos a caer deliberadamente en dichos populares que afectan, y mucho, al carácter con el que se llega a la madurez extrema: «los espárragos de abril, para mí; los de mayo para el amo y los de junio para el burro». Salvada la referencia ribera, ¿que hacemos en este año bisiesto con las aguas políticas o partidistas de abril? ¿Tienen, tendrán o quedarán en agua de borrajas los cinco días de abril en las que Sánchez se retiró? Como aficionado a descifrar el estado de ánimo a partir del color de las camisas y sus reflejos en las ojeras, mantengo que no termina de tener un buen tono. Se esfuerza en aparentar seguridad y convicción, pero algo impide que aparezca la luminosidad que acostumbraba. Las elecciones catalanas van por unos derroteros de autodestrucción imposibles de analizar sin cantar el Virolai, una composición poética de origen provenzal y que el dedicado a la Mare de Deu de Montserrat, escrito hace ciento cuarenta años, empieza así: «Rosa d’abril, Morena de la serra…». Ni con el amparo de la Moreneta, ni con la de Johan Cruyff, es fácil adentrarse en la situación emocional y de intención de votos de la ciudadanía convocada a expresarse en las urnas.

Los medios de comunicación transmiten bloqueos, amenazas, vinculaciones entre Moncloa y la Generalitat que hacen que casi nada sea posible. Y demás, parece imposible, por lo que se ha llegado al absurdo de plantearse que es muy probable que se deban repetir las elecciones catalanas al no vislumbrarse de manera factible ninguna mayoría de gobierno. Mayo marcea.