Arnaitz GORRITI
EUROCOPA 2024

Serbia y Eslovenia, rivales en el césped, ¿pueden ser hermanos fuera de él?

No es la primera vez que Serbia y Eslovenia se cruzan en una Eurocopa, ya que empataron a tres en el año 2000. Pero el fin de Yugoslavia empezó en Eslovenia, diez días de guerra que saltó por años en otras repúblicas, y que solo el tiempo puede curar.

El seleccionador esloveno Matjaz Kek y el serbio Dragan Stojkovic.
El seleccionador esloveno Matjaz Kek y el serbio Dragan Stojkovic. (Ozan KOSE | AFP PHOTO)

El tiempo lo cura todo. Pero queda la cicatriz como memoria de un dolor en carne viva. Cuando Serbia y Eslovenia se miren este jueves frente a frente, sobre un césped de fútbol en este caso, un se colará por la rendija de la tragedia. La guerra. Pese a los 24 años tras el 3-3 de la Eurocopa del año 2000 -aunque aquella vez jugaba «Yugoslavia» con jugadores de Serbia y Montenegro-.

La Guerra de los Balcanes, la que causó la desaparición de la República Federativa Socialista de Yugoslavia, comenzó en Eslovenia. Se venía larvando desde mucho antes, sobre todo tras la Constitución de 1974, la presión del Banco Mundial y el FMI para renovar la deuda estatal y sobre todo la muerte del mariscal y presidente Josip Broz ‘Tito’ en 1980.

Eslovenia fue donde el 27 de junio de 1991 estallaron los primeros bombazos de un infierno que duró hasta 1995 y liquidaría Yugoslavia, desmembrándola en países independientes, cada quien con sus cicatrices como costurones, siendo sin duda la República de Bosnia y Herzegovina la que se llevó la peor parte.

Curiosamente, ese conflicto armado que devino en la independencia efectiva de Eslovenia se conoce como «la Guerra de los Diez Días».

DIEZ DÍAS Y UNA HISTORIA

Eslovenia celebró un referéndum de autodeterminación en diciembre de 1990 con un resultado abrumador: un 95% votó a favor. Los resultados dejaban claro la excepción eslovena dentro de la República yugoslava y no iba a quedar sin respuesta. Más aún cuando el 25 de junio de 1991 Eslovenia declaró de forma unilateral su independencia, luego de acusar a Slobodan Milosevic de exacerbar la idea de la «Gran Serbia», aplicado a corrientes expansionistas del nacionalismo serbio.

El 27 de junio se producen sucesivas maniobras de despliegue del Ejército Popular Yugoslavo -JNA-: una unidad del 306.º Regimiento Antiaéreo entra en Eslovenia; horas después, una columna de tanques y transportes de tropas armados de la 1.ª Brigada Acorazada del JNA sale de su acuartelamiento cerca de Liubliana, dirigiéndose hacia el aeropuerto internacional de Brnik. Son las primeras escaramuzas de una guerra que se trasladaría a Croacia y más tarde a Bosnia, por no hablar de los bombardeos de la OTAN sobre Belgrado en 1999. Yugoslavia empezaba a disolverse.

Con todo, para el 7 de julio la guerra en Eslovenia estaba formalmente acabada con el acuerdo de Brioni, en unos términos en los que se aceptaba una moratoria de tres meses sobre la independencia eslovena. La policía eslovena y nuevas fuerzas armadas eran reconocidas como soberanas.

Años después se supo que en 1991 los presidentes de Serbia y Eslovenia firmaron un pacto secreto. Eslovenia obtendría su independencia a cambio de apoyar a Serbia. En paralelo, Eslovenia logró que a cambio de su apoyo futuro al proceso de independencia croata, Croacia aprobara el traspaso de equipo militar controlado por Croacia a Eslovenia. Esto debilitaría a Croacia durante su guerra con Serbia, lo cual fue aprovechado por el Gobierno de Eslovenia para venderle armas a Croacia pese al embargo internacional y obtener beneficios que fueron a los bolsillos de los miembros del Gobierno.

DOS CAMINOS

Eslovenia se unió en 2004 a la Unión Europea, se integró en el euro el 1 de enero de 2007 y en el área de Schengen en diciembre de 2007. Ya en 1993 se había adherido al Consejo de Europa y desde julio de 2010 forma parte de la OCDE. A su vez, su economía ha evolucionado de forma muy clara, aglutinando Eslovenia una renta per cápita de 24.770 euros.

Serbia, por su parte, solicitó la adhesión a la UE en diciembre de 2009 y obtuvo el estatuto de país candidato a la UE en marzo de 2012. Las negociaciones de adhesión entre la UE y Serbia se iniciaron en enero de 2014. Hasta hoy.

Junto con Croacia, Eslovenia debiera ser el país donde la «yugonostalgia» menos debiera calar. Pero cala. Como explica Koldo Tellitu, autor del libro “Nire Yugoslavia hain ulertugabea”, «la transición hacia el capitalismo, salvo quizás en Eslovenia, no ha sido sencilla en ninguno de los nuevos Estados surgidos de la desmembración de Yugoslavia, lo que ha provocado que parte de la población siga mirando hacia el pasado, lamentándose de aquello que han perdido».

En su opinión «la “yugonostalgia” tiene todavía mucho camino por recorrer en el plano político... Necesita reinterpretar el discurso comunista a la realidad de este siglo. Pero en los terrenos de la cultura y de la añoranza tiene mucho terreno ganado, en todos los estados, salvo quizás en Croacia, existe un alto interés por la música, la literatura, la arquitectura, la cultura, la gastronomía o festividades que eran de la época yugoslava. Además, es un fenómeno que está llegando con fuerza a la población joven, que nunca conoció Yugoslavia».

La Yugoslavia de Tito causa rechazo y fascinación. Plantearse en 2024 es impensable una Yugoslavia de la segunda mitad del Siglo XX, entre otros motivos porque en esta Europa cada vez más escorada a la extrema derecha las experiencias socialistas, por heterodoxas y no alineadas que sean, no serán consentidas...

Pero en Eslovenia, según datos de 2016, un 41% de la población eslovena opinaba que irse de Yugoslavia había resultado más beneficioso que perjudicial y un 45% opinaba a la inversa, cifras que se disparaban en Serbia, con solo un 4% favorable a su propia independencia, por un 55% de Croacia.

Así pues... Eslovenia y Serbia en el césped son y serán rivales, y que gane el mejor. ¿Pero fuera... serán hermanos?