Raimundo FiTERO
DE REOJO

Urbanismo táctico

Hay nociones fascinantes que nos sitúan ante un campo abierto a todo tipo de visualizaciones de nuestra propia existencia individual y en sociedad. ¿En qué momento el urbanismo empezó a formar parte de manera importante del discurso político? Por eso, cuando leo urbanismo táctico entro en combustión, me es imposible despegarme de la necesidad de saber qué sería un urbanismo estratégico o incluso un urbanismo pragmático, porque hemos crecido en un urbanismo silvestre, pendenciero, abusivo.

Lo que está claro es que gran parte de nuestras ciudades son fruto de una expansión meramente especulativa. Los ensanches tenían una cercanía estructural con la parte central, antigua, casi medieval, pero el desarrollismo nos dibujó unos barrios fruto de una urgencia y unos criterios alocados. Arquitectura de aluvión, sin planificación, al servicio de las necesidades inmediatas. La composición de las ciudades-dormitorios fueron creando una sociología, una política, unas tendencias de votos que se están diluyendo, pero que en muchas zonas persisten.

Por eso el urbanismo táctico es una opción para rectificar los desmanes, para reordenar lo existente con acciones concretas, aparentemente de poca incidencia, pero que van buscando mejores condiciones generales, haciendo las ciudades, los barrios más habitables como objetivo principal, aunque dadas todas las circunstancias concurrentes existe hoy el grave problema de la gentrificación que interviene en la composición ordinaria de los barrios y cambia los usos y costumbres de casi todo y de manera descompensada.