Intrigante pero con debilidades narrativas

Cinta de terror psicológico sobre la leyenda negra que esconde el metro de Barcelona; ofrece una experiencia visual intrigante, pero que se queda corta en algunos aspectos clave que podrían haberla elevado a un nivel más alto.
Uno de los aspectos positivos es su atmósfera. El escenario del metro está bien utilizado, generando una sensación de aislamiento y opresión que ayuda a transmitir la tensión. La fotografía y el uso de la iluminación, con sombras que juegan con los nervios del espectador, contribuyen a crear una experiencia visualmente interesante. Sin embargo, este aspecto técnico no es suficiente para compensar algunas debilidades narrativas.
El guion, aunque tiene una base sólida, sufre de algunos problemas en su estructura narrativa; arranca con fuerza, pero cae en una meseta a mitad de camino y tiene problemas de ritmo. Se construye sobre dos tramas principales que se van entrelazando conforme progresa la historia, pero las revelaciones que se van dando se sienten predecibles, y la resolución final no impacta como debería, decepciona. Debería haber sido el punto culminante de la película pero resulta anticlimático.
Los personajes, a pesar de contar con interpretaciones correctas, son planos y no se exploran lo suficiente como para que el espectador se sienta realmente involucrado con ellos. Hay personajes -el de Javier Gutiérrez, por ejemplo- que son un cúmulo de tópicos y clichés -lo del expolicía amargado, alcohólico y de carácter difícil ya aburre ¿no?-. Sus motivaciones no están claras, y su arco emocional es inexistente, lo que deja al espectador desconectado de su historia.
Ofrece un entretenimiento ligero y algunas escenas bien logradas en términos visuales, pero difícilmente dejará una huella duradera en los espectadores.

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